El Mono Empalado 10
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Por
Prabhupadanuga
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Cuando
apreció la moda del LSD, Hans pensó que encontraría respuesta en los
alucinógenos y guardaba siempre una buena provisión en la nevera junto
con la marijuana. Pero después de un año, dejo de tomar acido porque el
asunto no le llevaba a ningún lado. La primera vez que volvió a casa
bajo el efecto del LSD y metió la llave en la cerradura y se identificó
con la cerradura, el mundo entero se puso patas para arriba, pero
después de una docena de experiencias sus percepciones psicológicas no
le aportaban nada nuevo. Su tesitura era esta: Muy bien, me convertí en
cerradura ¿y ahora que? Se unido entonces en la drepresion.
La
graciosa y equilibrada Helena volvía entonces de su trabajo en una
tienda de material para artistas y preparaba la cena, escuchando los
desvaríos de Hans durante horas. Ella pensaba que tendría que someterse a
un tratamiento de desintoxicación pero Hans no estaba convencido.
Estaba en un callejón sin salida y cada vez aceptaba menos compromisos
de trabajo y pasaba cada vez mas horas en el sofá. Cuando fue a ver al
viejo swami en New York hacia semanas que no había salido del edificio.
Bajando pues por la Segunda Avenida, Kary paso frente al Salón
Fillmore, que por aquel entonces era el santuario del rock and rol. Él
lo conocía muy bien porque había venido a escuchar a Jimi Hendrix, The
Rascals, The Yardbirds y The Animals. Era todavía temprano y el Fillmore
estaba todavía oscuro pero a pesar de todo él escuchaba una música y
pensó que tal vez hubiera una banda de rock ensayando dentro, pero al
cabo de un momento se dió cuenta que la música no provenía de allí sino
de dos gigantescos altavoces que habían instalado en el 26 de la Segunda
Avenida que estaban tocando una grabación del swami cantando el
maha-mantra. En plena calle y al lado de los altavoces había un grupo de
gente que bailaban, tocaban los tambores y aporreaban los karatalas
mientras cantaban Hara Krshna. El mantra era en verdad extático y
contagioso. Era como el rock and rol.
Kary se abrió paso entre un
grupo de críos puertorriqueños, borrachos y un sinnúmero de
desocupados. Los que bailaban no tenían esa expresión perdida que el
había visto en el Fillmore de aquellos que se apiñaban alrededor del
escenario y levantaban los brazos, completamente bajo los efectos del
LSD, creyéndose la reencarnación de Isadora Duncan. Estos que tenia
delante ahora, mas bien parecían estar serenos y felices.
Pilló
una bocanada del olorcillo que emanaba de dentro del local y se abrió
paso entre os asistentes para mirar a través de la ventana. ¡Se quedó
sorprendido al ver una pintura circular de una pareja colgada sobre un
sitial cubierto de flores. El hombre de la pintura mostraba un rostro
azul y estaba tocando una flauta. Kary se paro un instante a estudiar
tan extraña pintura, luego miró alrededor y pudo ver un anuncio escrito a
mano, pegado en la ventana, cerca de la puerta de salida y se acercó a
él para ver que ponía: "Todos los devotos que hayan recibido la
iniciación deben asistir a la clase de por la tarde. Deben abandonar
todo tipo de intoxicantes, incluido el café, el te y los cigarrillos.
También les esta prohibido el tener sexo ilícito y deben mantenerse
estrictamente vegetarianos así como no deben mezclarse con los que no
sean devotos y no deben perder su tiempo en conversaciones mundanas ni
deportes frívolos. Deben cantar constantemente los nombres del Señor.
Hare Krshna Hare Krsha, Krshna Krshna Hare Hare/ Hare Rama Hare Rama,
Rama Rama, Hare Hare.A.C. Bhaktivedanta Swami, Acharya.
Kary se
sentía muy sorprendido por la rigurosidad del anuncio. Pensaba que si
una religión no exigía disciplina no podía ser nada bueno. Eso era
exactamente lo que estaba pasando con el catolicismo de sus padres. Uno
confesaba sus pecados, los volvía a cometer y se confesaba de nuevo. Y
luego estaban los gurus sentimentales, a la altura de los hippies, como
Maharishi Mahesh Yogui que lo ponía todo demasiado fácil. Basta con que
repitas una retahíla de sílabas durante un cuarto de hora al día y
reinara la paz en el mundo. ¡Que se lo vayan a contar a otro!
Kary
era de los que pensaban que conseguir la iluminación debía ser algo muy
difícil de conseguir. Las personas santas no subían hasta los Himalayas
para pasar el día entero meditando sobre una cueva tan solo porque
querían estar solo. Resultaba obvio que este swami había entendido lo
que significaba la disciplina. Aquí estaba por fin alguien que no venia
vendiendo la salvación instantánea, como quien se toma un Nescafé.
Una vez que terminó el kirtan, Kary se encontró rodeado de devotos
sonrientes, que se mostraban amigables pero no pesados. Lo invitaron a
entrar en el templo y compartir con ellos el prasadam. Cuando este se
quedó boquiabierto, sin comprender nada, aquellos le explicaron que
prasadam quería decir misericordia. Se trata de la comida santificada
que ha sido ofrecida a Krsna.
Kary se sumó al grupo y pudo degustar
una sopa de mung-dhal, vegetales cocidos, arroz blanco, chutney de pera
y chapátis, una especie de tortilla mejicana hecha con trigo. Se sentó
junto a un tipo que cojeaba, con la cabeza rapada y ojos vivos u
expresivos, quien se presentó como el cocinero. Mi nombre es
Kirtanananda, pero aquí me conocen como "Kitchenananda" un honor
otorgado por el swami en reconocimiento del bien hacer en su labor de
cocinar prasadam. Kirtannanda le contó que antes de que el swami lo
iniciara, se llamaba Keith Ham y era estudiante en Columbia. Pero,
añadió con un aire de superioridad y un tono de voz de auto
convencimiento que había decidido formar parte de la historia religiosa,
antes de escribir sobre ella.
Kirtanananda giro la cabeza por la
pequeña habitación, donde la gente estaba sentada en esterillas mientras
tomaban prasadam en finos platos. Señaló a un joven de cabellos negros y
rizados que llevaba un rosario al cuello que se trataba de Mukunda, un
músico de jazz cuyo nombre occidental era Michel Grant. El otro chico
moreno que estaba sentado a su lado era Howar Wheeler, el amigo intimo
de Kirtanananda. Hayagriva estaba ayudando al swami a traducir el
Bhagavad Gita. Kirtanananda hizo una pausa y luego siguió enumerando a
los demás devotos. La pintura que le hizo fue en verdad idílica. Se
cuidó muy bien de contarle que tan solo unos meses antes a él lo habían
internado en el manicomio de Bellevue.
Kitanananda-Keith Ham- se despertó hambriento. El templo iba ganando
cada vez mas devotos pero andaba siempre escaso de dinero. Las pocas
monedas que los visitantes depositaban en el cesto de mimbre al final
del kirtan o después de la clase del swami, no bastaban ni para cubrir
todos los gastos, ni siquiera las facturas de la comida.
Se
incorporo pues de la cama y siguiendo el ritual prescrito, se untó trece
veces el cuerpo con arcilla sagrada, proveniente de los ríos de India.
Hoy era un día importante ya que deseaba hacer algo bueno. Se puso pues
el dhoti, y se atusó la sikha.
Eran casi las nueve cuando salió del
templo. Las cabezas se giraban para mirarlo cuando atravesaba el Village
y se dirigía a una entrevista con el departamento de la Seguridad
Social. El se imaginaba que si conseguía una prestacion del gobierno
podría ayudar a la economía del templo. La ciudad de New York no iba a
resentirse porque hubiera una persona mas en su ya abultada lista de
beneficencia.
Cuando llegaba a la oficina eran poco mas de las
nueve treinta y había ya una pequeña cola, por lo que tuvo que esperar.
Se sintió pacientemente en una de las sillas verdes y cantaba en
silencio sus rondas. Ni siquiera se percató de que era el blanco de las
miras de los niños y sus madres. Esto ocurría apena una hora antes de
que lo metieran en el trullo.
"Hare Krshna", saludo al funcionario
que iba a interrogarlo. Éste no se digno responder y no se había todavía
sentado cuando el otro lo estaba ya acribillando con preguntas. El
funcionario apuntaba las respuestas en su cuaderno y no lo dejaba ni tan
siquiera terminar una respuesta cuando le estaba ya lanzando la
siguiente pregunta. Unos minutos mas tarde, sacó un formulario y se lo
presento a Keith diciendole que para poder encuadrarlo tenia que pasar
un test psiquiátrico.
Keith no dudó en firmarlo, pensando que se
trataba tan solo de aportar su consentimiento para ser examinado. En
realidad lo que estaba haciendo era darle a los doctores autoridad total
para disponer de su persona. El funcionario psiquiatra que comenzó la
primera entrevista llegó a la conclusión de que la vestimenta de Ham así
como sus extrañas respuestas exigían someterlo a otras pruebas y mandó a
Ham a Bellevue para que lo pusieran en observación.
Una vez dentro,
Ham se consumía tratando de convencer a los doctores para que lo
soltaran. Se pasó noches enteras sin pegar ojo, a causa de los aullidos
de los demás internos, al punto que sus ojos se le hundían en sus
cuencas y se cubrían de ojeras.
El hospital no quiso acceder a su
demanda de una hoja de afeitar para raparse la barba, lo cual le
confería una figura salvaje, casi un aspecto de demente. No quería
hablar con los demás pacientes y pasaba todo su tiempo leyendo, lo cual
dio pie a que los medicos lo consideraran anti-social.
Wheeler y
varios devotos mas que pasaban a visitarle casi a diario, lo incitaban a
que guardara la calma y le recomendaron que les siguiera el juego para
que de este modo los doctores le dejaran salir. Él siguió el consejo y
procuraba empalizar con todos los pacientes. Les hablaba del swami y de
su dios azul, Krshna, con lo cual no solo no convenció a los doctores de
su buena salud mental sino que se confirmaron en su tesis de que estaba
aun mas loco de lo que ellos habían imaginado. Asi pues le
diagnosticaron una esquizofrenia aguda y por ello constituía un peligro
potencial para el mismo y tal vez para los demás
Todo parecía indicar que se estaba yendo de cabeza a una celda de alta seguridad.
El swami se tomo la encarcelacion de su discípulo predilecto como una
prueba mas de que este mundo era una jaula de locos. Para el guru, el
hecho de malgastar la vida entera corriendo detrás del dinero con el fin
de comprar una casa y llevar una familia, para que los hijos, el día
de mañana puedan hacer lo mismo, era todo una locura.
El swami
pensaba que Kirtanananda era un buen chico que estaba haciendo mucho
progreso pero ¿que hacia America? Lo vigilaba, lo detenía y lo
encerraba. America, según Prabhupada no era mas que un sitio de locura.
Al final, Howard Wheeler tuvo que ingeniárselas para sacar de allí a su
amigo. Llamo al poeta Allen Ginsberg, que pasaba a menudo por la
Segunda Avenida para cantar y hablar con Prabhupada.
Ginsberg no era mas
que una amalgama de budismo, hinduismo. Tenia mucho de impersonalista y
algo de Walt Whitman, mas bien que un devoto de Krsna,: Pero sentía una
profunda atracción por Prabhupada y estaba convencido ademas de que
existía un gran valor espiritual encerrado en el Maha Mantra. Wheeler
dijo al poeta de que Ham estaba atrapado en los calabozos de Bellevue y
le pidió su ayuda. Ginsberg se puso en contacto con un psiquiatra de la
escuela de Jung de nombre Dr. Edward Hornick quien examinó a Ham y
escribió un informe muy positivo afirmando que el paciente no era mas
que un seguidor en sus cabales de una autentica religión oriental.
Bellevue no estaba dispuesto a dejar irse uno de sus internos sin
presentar batalla y rechazó el alta. Pusieron como condición de su
salida que algún miembro de su familia firmara un papel aceptando su
custodia, aunque se trataba de un hombre de treinta años.
El
conseguir ese tipo de firma era casi tan enrevesado como intentar
convencer a los psiquiatras de que Ham no había perdido la cabeza. La
relación de Ham con el fanático de su padre era "tensa", por llamarlo de
una forma suave. Ham paso días y días escuchando las peroratas salvajes
de sus compañeros cuando él ponderaba sobre lo que le iba a contar a
sus padres. Cuando ya no pudo resistir mas, se armo de coraje, agarro
el teléfono y llamó a su padre a cobro revertido.
Intercabiaron
varias bromas entre ellos y de pronto Keith intento explicarle donde
estaba y porqué. La reacción del Reverendo Ham fue mucho mas terrible
de lo que Keith hubiera esperado. "¡Satanás! el reverendo grito al
teléfono. "Satanas, eso no es otra cosa que obra del diablo." Ham
intento explicar, seducir y argumentar, pero no sirvió de nada. No quiso
dejarse influenciar. Dijo que prefería mil veces que su hijo
permaneciera en una institución psiquiatrica antes que en las garras de
un guru de mirada salvaje. El predicador rechazó por completo echar una
mano a su hijo , al menos que decidiera volver a casa. Keith intento
todos los trucos para cambiar la actitud de su padre, pero todo falló.
Al final cedió y prometio que volvería.
El Reverendo Ham se presento
con su coche hasta New York a la mañana siguiente y firmo el alta de su
hijo en Bellevue. Cuando por fin se encontraron en la sala de espera,
El Reverendo Ham chocó la mano de su hijo. El ministro se mostró frio y
carente de toda emoción, pero en cuanto su hijo se instaló en el asiento
delantero del coche, aquel se caldeó. Keith iba balbuceando sobre lo
impresionado que estaba de poder volver de nuevo al hogar, mientras se
habrían camino por el denso trafico de New York. Le explicó que no había
podido dormir como dios manda ni una sola noche de su encierro y se
quedo dormido sobre el asiento. Aparento que dormía, mientras que el
reverendo se concentraba en la conduccion. Se pararon entonces en un
semáforo y Ham aprovecho la ocasión para abrir de repente la puerta del
coche y salió corriendo todo lo que su pata coja le permitió.
¡Satanás! ¡Satanás! Le escucho gritar a su padre, mientras él doblaba la esquina. "Satanás!
Ham
llevaba ya dos meses escapado de las garras de los psiquiatras antes de
que Hans Kary pusiera el pie en el templo. Muchos devotos se había
unido al movimiento y muchas cosas habían ocurrido, con lo cual su
incidente era ya una vieja historia. Los devotos nuevos aportaban dinero
y el templo mucho mas de lo necesario y podían cocinar prasadam para
alimentar a las almas hambrientas que pululaban por allí. Cada vez que
Kary vaciaba su plato, Kirtanananda se ponía en pie y acudía a la cocina
de donde volvía con el plato lleno otra vez.
Esta vez rechazó la
ultima entrega, pretextando que le esperaban en su casa. Kirtanananda
le entregó una copia del Viaje Facil a Otros Planetas y lo invitó a que
asistiera a una clase del swami.
Kary caminó a buscar un coche que
le había prestado un amigo suyo abogado y se disponía a volver a
Hoboken. Se sentó al volante y echó una ojeada a la primera página del
panfleto. No pudo parar hasta que se lo leyó entero. Kary se bajo del
coche y volvió al templo. Le dijo a un devoto que tenia que ver a
Kirtanananda urgentemente: "Eso es lo que yo siempre he andado
buscando", le dijo cuando el otro apareció. "Cada frase me resulta
familiar" Kirtanananda le brindó una sonrisa enigmática.
"Me
educaron como católico", prosiguió Kary, pero yo odiaba esa cultura,
pero hasta que leí esto, no sabia porqué. Ahora lo entiendo todo. En el
catolicismo todo no es mas que pecar y confesarse. Aquí se dice que la
Conciencia de Krshna es como apagar un ventilador. El alma sigue girando
porque trae con ella todo un karma. Pero las aspas del ventilador
terminaran parandose. Todo en este libro es claro y científico"
"Asi
es, asintió Kirtanananda. "Pero esperate a que leas el Bhagavad Gita.
Es entonces cuando te vas a enterar lo que es karma y todo lo demás. El
Gita explica lo que denomina atma, el concepto hindú del alma, la parte
divina de todo ser viviente. Espera un poco hasta que descubras donde
esta la vida"
No quiero esperar mas, le interrumpió Kary, quiero
unirme ahora mismo, queiro convertirme en devoto. Haré todo lo que haga
falta."
Kirtanananda le enseñó el mantra a Kary y este abandonó el
templo cantando y se fue paseando por la ciudad cantando a grito
pelado. La gente lo miraba como si se tratara de un loco.
"Tira para
adelante y mira por donde vas" les increpaba Kary. "Yo estoy ya
liberado, no tengo nada que ver con este mundo". Asi iba por la calle
hasta que llego a su coche. Cuando llegó por fin a su casa en Hoboken
era ya pasada la media noche. Despertó a Helena y le contó su
descubrimiento. A la mañana siguiente, ella misma lo acompañó al templo.
Y así todos los días. Un mes mas tarde, Prabhupada iniciaría a ambos.
La ceremonia empezó cuando Prabhupada montó un fuego de sacrificio en
medio del templo. Habia vasijas que contenían agua, ghee, cebada,
semillas de sésamo, y diversos polvos de colores, así como bananas y
otras frutas, que simbolizan el karma acumulado en incontables vidas
previas. Todo ello estaba desplagado en un circulo. Prabhupada empezó
incendiando dos varillas de incienso y realizó una ritual previo de
purificación, vertiendo unas gotas de agua sobre la palma de su mano y
bebiendo mientras recitaba un mantra. Hans y Helena imitaron el
gesto. Luego le entregaron el japa-mala que ellos mismos habían ensartado
para que Prabhupada cantara una ronda en cada uno. Cuando hubo
terminado de cantar se lo devolvió con sus respectivos nombres. Hans se
convirtió en Hamsaduta , mientras que Helena recibía el nombre de
Himavati.
Prabhupada procedió entonces a encender el fuego y luego
fue vertiendo ghee, cebada, sésamo y bananas.El fuego chisporroteaba,
humeaba y saltaba como si en el se estuviera consumiendo un karma
simbólico. Con el final de la ceremonia Hamsaduta e Himavati renacían de
nuevo y se convertían en auténticos sirvientes de Krshna. Y la verdad
es que no lo tenian facil.
El templo era como un paraíso idílico.
Pero cada vez que Kary ponía el pie en la calle, su dhothi se convertía
en el centro de todos los abusos. Los transeúntes se regocijaban en
hacer comentarios jocosos e insultantes sobre él así como con los demás
devotos. El único que aguantaba impasible era Kirtanananda quien parecía
que su madre lo había parido ya con el dhoti puesto y era capaz de
sacar fuerzas de flaqueza y resistir a todas las confrontaciones.
Infundia además confianza y tranquilidad al resto del grupo y tenia
siempre una salida aguda y jocosa, lo cual hacia que los kirtanas fueran
siempre divertidos.
Una fría tarde de otoño-hinvierno, un hombre de
mediana edad con un chaleco de verano, camiseta de verano y pantalón
marrón, se puso a perseguir al grupo en sus desplazamientos y lo hacia
como un tiburón que busca atacar a su presa. Mientras caminaba llevaba
en la mano una Biblia con forro de cuero negro: "Adoradores de Satanás"
gritaba con voz profunda. "No sois mas que blasfemos" "Desgarraz esas
sabanas que lleváis puestas. Limpiaz esa porquería de vuestra frente (
tilak). Arrepentios.Poneros de rodilla e implorad el perdón del Señor
Jesuuuuuus, vuestro Salvador."
Hans y los demás devotos pasaban de él
y se pusieron a cantar aun mas fuerte. Pero el hombre les seguía y
gritaba aun mas. Los obreros que salían del trabajo se paraban a
contemplar el escandalo que estaba montando. Al final Kirtanananda levantó
la mano y reclamó silencio. Los devotos se callaron y observaban como
Kirtanananda abordaba al sujeto.
"Mi querido señor ¿que sabe ud del
demonio? Fue lo primero que Kirtanananda le preguntó. "¿Debo dar por
entendido que ud se leyó La Semilla del Diablo, pre-rrequisito esencial
para semejante tema de conversación?
La multitud que los rodeaba soltó una carcajada.
"No se rían, porque Jesucristo expulsa los demonios" Respondio el
hombre. "Asi es, respondió con agudeza Kirtanananda, los expulsa y los
manda a las calle de Nueva York. Los reconoceréis porque van vestidos en
pleno invierno con un chaleco de verano, camiseta y pantalón marrón, el
fuego del infierno que arde su interior les permite calentarse. También
los podéis reconocer porque suelen gritar al limite de su capacidad"
El fanático de Jesus se fue con el rabo entre las patas, mientras los
devotos se reían y volvian a retomar el harinam. La multitud aplaudia
gozosa, pero a pesar de todo todavia se mostraban tacaños a la hora de
echar una moneda en el sombrero. Hamsaduta llevaba tiempo contemplando
el asunto y estudiaba nuevas posibilidades de colecta. El deseaba captar
la atencion de Prabhupada y sabia que lo lograria si conseguia elevar la
cuota de participación económica de la gente.
Unas semanas mas
tarde, durante una ceremonia en el templo, Hamsaduta se puso a sonar la
caracola y un devoto lo mandó callar. Fue entonces cuando le vino la
idea. Él sabia muy bien que la gente da solo cuando se le pide ¿porque
entonces no sonar la caracola durante el harinam y pedir dinero? Al día
siguiente lo puso en practica.
"Sorprendase, señoras y señores, del
sonido que puede emitir esta cosa? Fué la pregunta que Hamsaduta lanzaba
al publico y luego volvía a soplar. "Esa niña se tapa las orejas y no
quiere escucharla. Ahora, señoras y señores, vamos a pasar la cesta y
yo no dejaré de soplar hasta que ésta esté llena. Mientras antes se llene,
antes paro de soplar. Quien sabe, tal vez que la niña mañana ya habrá
recuperado la audición normal. Asi es que por favor ayudénnos. Krsna
recompensara la generosidad de cada uno de uds."
En cuanto
estuvieron de vuelta en el templo Hamsaduta vació la cesta sobre la mesa
de Kirtanananda y le dijo: "Fíjate, hay mas de ciento cincuenta
dólares, mientras que antes conseguíamos sacar solo quince en los
mejores días"
A partir de ese momento, no falto nunca en Harinam la
figura del devoto que sonaba la caracola. Muy pronto el dinero empezó a
entrar a raudales y lo mismo ocurría con los nuevos conversos y los
buscadores de la verdad. Se peleaban por asistir a las clases de
Prabhupada y se apretujaban por entrar en el pequeño local del 26 de la
Segunda Avenida.
Una noche de clase, Prabhupada estaba mirando la sala abarrotada y espero que se vaciara de invitados
"Ha llegado el momento" dijo finalmente y todos los devotos escuchaban con atención.
"Nos estamos expandiendo muy de prisa, cada día llegan nuevos devotos.
Pero podemos hacer mucho mas. Mirad alrededor vuestro, observareis que
el mundo entero esta hambriento de Krshna. Debemos llevar este mensaje
de Krshna al mundo entero. Vosotros sois sus mensajeros. Es Él quien os
ha escogido para tan importante servicio."
La sala entera vibraba de
emoción. Los devotos eran testigos de que se tocaba un punto crucial.
Iban a ser ellos quienes escribieran la historia religiosa. Eran los
elegidos. Iban a esparcirse por el mundo tal y como hicieron los
apóstoles de la cristiandad.
"Kirtananda, deseo que vayas a Montreal
y abras un templo allí. Muy prono se va a celebrar una feria la "Expo
Sesenta y Siete" Allí acudirá gente del mundo entero. Mi deseo es que
Hamsaduta vaya en apoyo de Kirtanananda tan pronto como pueda. Pienso
que si todo va bien en Montreal, Hansaduta podría irse para Alemania, su
país de origen."
Y dirigiendose a Mukunda le dijo: "Tu y tu nueva
esposa, Janaki, van a viajar pronto para India. Mi deseo es que pasen
antes por S. Francisco y vean si se dan allí condiciones favorables
para abrir un templo. Hay muchos hippies en S. Francisco que están
buscando algo nuevo. Vamos a ofrecerles la posibilidad de que conozcan a
Krshna."
Hamsaduta no tardo en encontrarse con Kirtanananda en
Montreal, donde alquilaron una bolera abandonada y empezaron a predicar y
cantar por la calle. Los periodicos locales no tardaron en descubrir a
tan extraña pareja y empezaron a publicar articulos graciosos asi como
fotos de la bolera y la pareja de devotos que tenian toda la pinta de ser
colegiales empollones.
Ese tipo de publicaciones fue la mejor
publicidad que le podrían haber hecho al templo., quienes habían hecho la
promesa de hacer por lo menos un nuevo devoto a la semana y muy pronto
su deseo se vio cumplido con creces. Como niños que esperan con ansiedad
la llegada de las Navidades, ellos esperaban ansiosos que llegara el
domingo para poderles referir a Prabhuada el fruto de su predicación.
Prabhupada era en muchos aspectos un "gentleman" del siglo XIX quien
prefería escribir cartas antes que hacer uso del teléfono. Pero así y
todo, hacia una excepción y cada domingo llamaba a sus dos discípulos
destacados en Montreal y hablaba con cada uno de ellos. Kirtanananda se
atribua siempre el privilegio de ser el primero que hablara y luego le
pasaba el auricular a los demás. Hansaduta se ponía siempre nervioso
cuando llegaba la hora de la llamada. Queria a toda costa que Prabhupada
se diera cuenta del gran predicador que era y se jactaba de todos los
devotos que el personalmente había traído al movimiento. Pero su
problema era que no conseguía hablar con Prabhupada porque Kirtanananda
controlaba el teléfono diciendo a cada devoto el tiempo de que disponía
para hablar.
Se podría afirmar que Kirtanananda y Hamsaduta no eran
mas que dos ambiciosos jóvenes ejecutivos dispuestos a todo para
ascender en su empresa. Ambos querían impresionar a Prabhupada. Sabian
perfectamente que la Conciencia de Krshna tenia como objetivo el
aniquilar el ego falso. Según las enseñanzas de su guru, el atman, el
equivalente hindú del alma, era como una llama que alumbraba en el
interior profundo pero que había estado enterrada durante varias vidas
por el polvo acumulado por la constante gratificación y el ego que exige
siempre dinero, poder y prestigio. Los sentidos tienen que ser
embridados y el ego destruido. Ello se lograba a través de la renuncia
al mundo, con la meditación y el canto y llevando una vida de servicio a
Dios. Pero ni el uno ni el otro habían logrado verter su ego. Ambos
estaban hambrientos de reconocimiento.
En una de sus llamadas Prabhupada lo extimuló: "Hamsaduta es estupendo que tantos devotos esten viniendo a Krshna."
"Asi es swami, es formidable" respondió Hamsaduta. La suavidad de la
voz con acento indio lo enalteció aun mas y su corazón se puso a latir
mas rápidamente. De repente se vio que empezaba a hablar tan rápido como
podía, ávido de mostrar todos sus logros: "He hecho un trabajo
excelente aquí y tengo previsto hacer mucho mas, ya verá Ud. Me he
propuesto una meta, voy a hacer un servicio tan grande para Ud, que
tendrá que escribirme una carta para mi solo. No para todo el templo,
solo para mi"
Kirtanananda que estaba allí al quite, le cogió el
teléfono y tapando el micrófono con la palma de su mano le dijo: "¿Sabes
cuantas cartas me ha escrito a mi? Dijo, usando a propósito el ton mas
desagradable de su voz. "Te queda mucho por andar, jovenzuelo."
Drop Out, Fall In, Sing Out
Mukunda, Michael Grant no daba crédito lo que estaba ocurriendo. Se
remitió a sus días de músico, a todos los compañeros que practicaban
hasta que sus dedos se entumecían pero que eran incapaces de dar un paso
en el negocio de la música.
Prabhupada se presentó solo y en espacio de
unas horas se convirtió en una estrella del rock. Tuvo que ser sin duda
la misericordia de Krshna.
Mukunda y su espoda Janaki habían
abierto un pequeño templo en un bajo de la calle Frederic en pleno
barrio del Haight, a dos cuadras del Parque del Golden Gate. Prabhupada
llego en enero. De repente el templo estuvo listo y abierto a todo el
mundo, no solo a los hippies, sino que incluso tipos ricos de la
aristocracia del Pacific Heights se dejaban caer por el templo, gracias a
dos extensos artículos en el San Francisco Chrinicle: "El swami invita a
los hippies en el Templo de Happilandia" así como "El Swami en
Happilandia" Parece ser que todo el mundo estaba deseoso de encontrarse
con el swami.
Mukunda decidió invertir en la popularidad que gozaba
Prabhupada de fusionar la Conciencia de Krshna con el rock and roll. Se
pasó varias semanas organizando "Mantra Rock Dance" en el Avalon Sala de
Baile. Habia apalabrado ya la presencia de dos bandas de rock locales,
asi como otras famosas Grateful Dead, Jefferson Airplane, Moby Grape,
Big Brother y The Holding Company, contando con la importante presencia
de la increible Janis Joplin. Como toque final habia convencido a Allen
Ginsberg para que presentara al único roquero septuagenario que venia de
India: Srila Prabhupada.
Cuando Mukunda llegaba al Avalon se
encontró que había ya allí una larga fila de freaks esperando que el
local abriera sus puertas. Venian vestidos con camisetas de
psicodélicas y blusones de cuero, así como ponchos mejicanos y faldas
con bordados. Muchos de ellos traen también citas en la frente y la
mayoría venían con plumas en el pelo y en otros casos guirnaldas de
flores- El aire estaba enrarecido con el olor del incienso y marijuana
Mukunda estaba observando la multitud cuando de pronto escucho un
tremendo rugido. Levanto la vista y pudo divisar una falange de Angeles
del Infierno que venían con sus enormes motos. Se pararon frente al
salón, desmontaron de sus motos, se ajustaron las cadenas y cascos y
esperaron en la cola. Los hippies los recibieron con vítores y saludos.
En el interior, los magos de efectos luminosos, Ben Van Meter y
Roger Hill-yard habian transformado el salon en una autentica fantasia
de LSD. Desde el balcon habia tres proyectores y una cascada permanente
de imagenes televisivas que proyectaban simultaneamente en tres muros.
Las puertas se abrieron y Mukunda y los devotos cobraban 2,50$ por
persona, incluido Los Angeles del Infierno. pero hubo un joven alto
vestido con un abrigo y encorbatado que paso de largo delante de los
controladores, pero estos no tardaron en darle el alto: ¿Que pasa
contigo? ¿quieres colarte sin pagar? Pero Mukando intervino enseguida y le
grito pero uno de los hippies que estab allí cerca les dijo:"Dejadle
pasar, se trata de Owsley" Y ¿Quien es ese Owsley? Preguntó Mukunda.
"August Owsley Stanley Segundo"el hombre que consiguió sintetizar el LSD.
"Perfecto, dijo Mukunda, me gustaría que conociera a Prabhupada, en una
ocasión le preguntaron si el LSD podría ayudar a encontrar a Dios y él
respondió: "Acaso Dios es tan fácil que se pueda lograr con una
sustancia química"?
Mukunda lo llamó entonces a voces, pero este se había dispersado entre la multitud de la sala
Cuando llegó el momento de la entrada de Prabhupada, vestido de
azafrán y con una guirnalda de gardenias al cuello, la multitud
enloqueció. Los devotos hicieron sonar las caracolas y la batería de los
Big Brothers se marcó en un prolongado redoble. Las luces se apagaron y el
salón permaneció a oscuras. En ese momento aparecieron, proyectadas en
el muro una serie de diapositivas de Krshna: robando mantequilla, sonando
la flauta, acompañado de Arjuna en su cuadriga, etc. Sin que se
hubiera dado ninguna instruccion previamente, la multitud se dividió y
Prabhupada caminó desde la entrada hasta el podium, donde lo estaba
esperando el barbudo Allen Ginsberg.
"Donde hay rock and rol habrá
siempre el son" dijo Ginsberg presentando a Prabhupada. En la Conciencia
de Krshna es el son quien lleva a Dios. Escuchad pues al Maestro."
Prabhupada se sentó entonces en un cojín. Empleando siempre el mismo
tono de voz que le era habitual tanto cuando se dirigía a una persona o
una multitud de 5 mil individuos, empezo explicando los beneficios del
canto del mantra. Ginsberg abrió su harmonía y empezó a armonizar el
canto. Los devotos se unieron automáticamente. Después de una media
docena de repeticiones, el publico se unió, las bandas subieron al podio
y empezaron a tocar. En cuanto que los hippies pillaron la melodía,
subieron al escenario y rodearon a Prabhupada, quien los recibió con un
gesto de complacencia. La celebración se prolongo durante horas.
Ginsberg lo calificó como "El subidon mas alto del entusiasmo espiritual
de Haight-Ashbury" mientras que para Mukunda todo fue como un "viaje
interplanetario hacia las estrellas."
Aquel invierno en S.Francisco
Prabhupada durmió menos que un hippie anfetaminico. Se despertaba cada
mañana a las tres para cantar sus rondas. Daba la clase, dirigía el
kirtan en el parque de Golden Gate, se reunía con los devotos, con los
aspirantes a devotos y con los curiosos. Antes de irse a la cama, se
pasaba varias horas en un cuchitril, encima del templo, trabajando en su
traduccion del Bhagavad Gita.
Después de pasar 5 meses en S.
Francisco, Prabhupada volvió a Nueva York, para estar con sus discípulos
de la Costa Este. Se entrevisto con todo el que quiso hablar con el y
asistió a todos los actos que fue invitado, incluido un "Acto de Amor
Cosmico" que tuvo lugar una tarde en el Teatro del East Village, que
estuvo patrocinado por Allen Ginsberg, Timothy Leary y media docena de
bandas de rock.
Era ya muy tarde cuando Prabupada regresó al templo
de la Segunda Avenida. Se sentó en la cama, con la cabeza entre las manos.
De repente sintió como un terrible dolor de cabeza que le hizo surgir
en el rostro un rictus obsceno de dolor, luego su brazo izquierdo empezó
a temblar e inmediatamente después toda la parte izquierda del cuerpo
empezó a vibrar de forma incontenible.
"Prabhupada ¿Que ocurre?" preguntó alarmado Kirtanananda quien había venido de Montreal para estar con su maestro espiritual.
"Dame mi bolsa de japa y canta conmigo"
"Voy a llamar a un medico ahora mismo"
"Nada de médicos, ordenó Prabhupada. Dame mi japa."
Cuando Kirtanananda estuvo de regreso con la bolsa de japa, Prabhupada
le pidió que le diera un masaje en el pecho. Aquel le tocó el corazón y
estaba muy agitado.
Todo agitado le dijo; Prabhupada, vamos a conseguir un doctor."
"Solo tienes que darme un masaje aquí, dijo tomando la mano de
Kirtananda y frotandola contra su pecho, para mostrarle como tenia que
hacerlo. "El masaje me pondrá bien."
Prabhupada cerró los ojos y cuando lo abrió de nuevo su rostro había recuperado el color.
¿Porque te limitas tan solo a dar masaje, deberías también estar
cantando Hare Krshna" Dijo, y volvió a cerrar los ojos. Al rato quedo
dormido y Kirtanananda abandonó la habitación en silencio.
Se fue
entonces a buscar a Brahmananda, el presidente de templo de New York y le
preguntó, con lagrimas en los ojos: ¿Que podemos hacer? ¿Que pasa si le
da un ataque de corazón y se muere?
"No se morirá. Krshna no nos privará nunca de Él" Respondió Brahmananda.
Se pusieron entonces de acuerdo para montar un turno de guardia.
Mientras que uno dormía en la habitación contigua, el otro se quedaría
allí dentro con Él. Prabhupada se despertó a media noche y cuando vio a
Kirtanananda allí a su lado, le pidió que le diera otro masaje.
Al
día siguiente, que era festivo (Memorial Day) Prabhupada permaneció todo
el día en la cama. A eso de medio día, se encontraba ya un tanto
restablecido como para incorporarse y escuchar el kirtan que estaban
haciendo abajo en el templo. Se levantó de la cama y se dirigió al
cuarto de baño, cuando le asalto de nuevo un sospechoso tic nervioso.
Sus ojos se quedaron en blanco y su rostro se contorsionaba de agonía.
Se echó hacia atrás y empezó a caerse y lo hubiera hecho sin duda si
Kirtanananda no corriera a sostenerlo.
"Hare Krsna", murmuraba Prabhupada mientras peleaba por respirar.
Kirtanananda se puso a gritar a Brahmananda:"Buscad a un doctor, llamad una ambulancia"
Ésta no tardó el llegar y trasladó a Prabhupada al hospital Beth Israel.
Ademas de una fuerte debilidad cardíaca, los doctores diagnosticaron
diabetes. Dado que Kirtanananda se resistía a abandonar a su maestro
espiritual, los médicos permitieron que se quedara con Él en su
habitacion y dormir en la cama contigua.
"Estoy convencido que lo
que mejor me sienta es el masaje." Le susurró a Kirtanananda una mañana.
"Si estuviéramos en India, eso es precisamente lo que el medico
ayurvédico prescribiría. El masaje le devolvería la movilidad a la parte
izquierda de mi cuerpo"
Tanto Kirtanananda como el resto de los
devotos, le dieron a Prabhupada cientos de masajes. Los devotos acudían
entusiastas por oleadas y le traían prasadam, fruta y flores.
Establecieron un turno de vela de dos devotos que se turnaban cada 4
horas durante las 24 horas del día. Cada vez que se despertaba, recibía
un masaje y la verdad es que surtía efecto. No tardó mucho en poder
mover el brazo y la pierna izquierda y unos cuantos días después, pudo
dar unos pasos por la habitación. Los doctores quedaron asombrados.
"Buenos días, señor" le saludo una mañana una enfermera, mientras le
traía una bandeja. Esta Ud haciendo grandes progresos. Ya consigue
sentarse en la cama."
Prabhupada estaba cantando en silencio. Abrió
suavemente los ojos y miró a la enfermera con una resignada
indiferencia, mientras la otra se acercaba con la jeringuilla en la
mano.
"Tan solo tiene que girarse un instante, cerrar los ojos y repetir esa formula mágica, mientras yo hago mi trabajo."
La enfermera termino de poner la inyección y se fue.Tan pronto como se
cerró la puerta. Prabhupada hizo un gesto a Kirtanananda para que se
acercara.
"Esta es la última inyección que me ponen" Le susurró al
oído. "Llevo siete días aquí y no hacen otra cosa que pincharme. No
quiero mas agujas"
"Pero Prabhupada, se está Ud recuperando estupendamente. No podemos negarnos."
"Lo que me da vida es el prasadam y los masajes" No permitáis que me
pinchen ni una sola vez mas. Sacadme de aquí y llevadme donde yo pueda
caminar y recibir muchos masajes y me recuperaré enseguida. Nos iremos
de aquí hoy mismo"
"Hoy no puede ser, pero muy pronto" Respondió Kirtanananda. Lo prometo."
Los devotos alquilaron una casa junto al mar en Long Branch, New
Jersey. Sabian perfectamente que los médicos del hospital no
permitirían que Prabhupada se fuera ya que seguía con dolores en el
pecho. Asi es elaboraron un plan secreto de fuga.
Tres devotos se
quedarían abajo en un coche alquilado, El conductor se quedaría al
volante, mientras que los otros dos subirían a la habitación 607 para
ayudar a Kirtanananda a sacar a Prabhupada del hospital a toda prisa.
Recogieron sus pertenencias y las colocaron en una silla de ruedas, luego lo sentaron a Él.
Iban ya empujando la silla de rueda por el pasillo del hospital, camino
del ascensor cuando una de las enfermeras los descubrió y sonó la
alarma. Acudieron enseguida tres celadores y tres enfermeras quienes
rapidamente pretendieron interceptar la fuga de los Krishnas. "Vuelvánse
ahora mismo y dejénlo en su habitacion", ordenó uno de los doctores.
"Este paciente es una persona muy querida para nosotros, mucho mas de
lo que se pueden imaginar" Dijo Brahmananda mientras empujaba la silla
de ruedas. "No se preocupe que recibirá el mejor de los cuidados. Tendrá
la mejor medicación y lo traeremos aquí regularmente para los chequeos."
"Si lo sacáis del hospital, lo estáis condenando a muerte." Dijo el médico encargado.
Los devotes se miraron entre si. Hubo un instante en el que se quebrantó su determinación.
"Es Él quien no quiere estar aquí." Anadió Kirtananda con firmeza.
Después de su estancia en Bellevue, los médicos ya no le daban miedo.
"Yo quiero irme" Sentencio Prabhupada desde su silla.
Bhrahmananda empujo la silla de ruedas hacia adelante mientras las enfermeras y los
médicos formaban una barrera humana delante de los ascensores.
"No
hay quien nos pare" Asintio Brahmananda con una autoridad que no dejaba
el menor resquicio. "Esto es un hospital y no una prisión."
"Si os lo
lleváis, este hombre morirá y será vuestra entera responsabilidad.
Acordaros de mis palabras cuando lo estéis enterrando." Fue lo ultimo
que sentenció uno de los médicos.
Al final, el personal médico se hizo a
un lado y dejaron que los devotos entraran con Prabhupada en el
ascensor. Sobrecogidos por la emoción, no se dignaron ni mirar a los
medicos y enfermeras. Prabhupada si que lo hizo: sonriendo con dulzura
les brindó un agradecido adios.
En Long Branch la salud Prabhupada
hizo grandes progresos. Pasaba sus días descansando y tomando arroz,
dhal y chapáis que le cocinaba Kirtanananda. Tan pronto como pudo empezó
a dar paseos por la playa. Mejoraba día a día y mientras mas se
fortalecía mayor era su eso de volver a S.Francisco. Krshna le había
encomendado mucha tarea, los hipies se estaban adhiriendo por cientos.
Tres semanas después de la fuga del hospital, Prabhupada volvió para
someterse a un chequeo. Entró por su pie, sin la ayuda de nadie, seguido
de un grupo de devotos. Los doctores no daban crédito a sus ojos del
rápido restablecimiento y no opusieron objeción alguna para que pudiera
volar a S.Francisco.
"¿No hay nadie ahí? ¿Que voy a hacer yo ahora?"
La hippy de 22 años Beth Ann se despertó, recostó su cabeza sobre la
almohada y recorrió la habitacion con la mirada- un antro inmundo dentro
de una vieja mansion victoriana en pleno barrio del Panhandle. Todo
estaba abarrotado de mochilas, mantas y ropa de todo tipo. Habia un
monton de comics de los fabulosos Furry Freak Brother asi como posters
psicodélicos pegados en las paredes. El lugar olia a incienso, a
calcetines podridos, a ropa interior sudada, vino avinagrado y
marihuana.
¿Que pasa? ¿Quieres o no quieres? le repetía su novio
Dasher. Bien podríamos hacerlo. ¿Cuando ha sido la ultima vez que
recuerdes haber estado sola aquí?"
Beth Ann bostezó un par de veces y
miró por la ventana. Era ya de dia. La niebla se aferraba a los arboles
humedecidos. La habitacion estaba humeda y helada.
Dasher encendió
el primer canuto de la mañana, le dio una profunda chupada y se lo pasó a
Beth Ann. Ella lo tomo y fumó de el. "Vamos a hacerlo de prisa" le dijo
a Dasher. "Aquí hace un frio criminal" Miraba como Dasher se
desabrochaba el grueso cinturón de cuero con una hebilla de cobre que se
había comprado en Haight Street. Cuando termino de desabotonarse el
pantalon, abrió la corredera de su saco de dormir y se puso en pie.
"Ya he salido ya esta mañana" comentó orgulloso, mientras mostraba una
bolsa de papel, próxima a su ropa. "He comprado unos bollos, nos los
comeremos para desayunar."
Terminaron de fumarse el canuto. Dasher
deslizó su manos obre sus nalgas para calentarselas un poco y luego
levantó la blusa mejicana que llevaba puesta Beth Ann. Le tocaba los
senos con sus sucias manos llenas de anillos.
Beth Ann dejo escapar
un murmullo y se besaron. La lengua de Dasher se retorcía en su boca. El
empezó a restregarse contra ella. Beth Ann empezó a jadear.
"Mejor seria que lo hiciéramos ahora" propuso ella entre dos besos.
Dasher tomó la mano de Beth Ann y la deslizó hasta sus genitales. Fue
ella quien le cogió el pene y lo colocó en su vagina, con lo cual Dasher
solo tuvo que empujar. El resto vino solo. Un amigo entro en la
habitación cuando estaban en pleno ajetreo y se paró un instante para
observarlos, cogió su mochila y volvió a salir. Los dos amantes
ignoraron la interrupción y siguieron copulando. Él se corrió, pero ella
no.
Sin preocuparse demasiado por recomponer su vestido, Beth Anne
se sentó y devoró uno de los bollos que Dresher había traído. La
marihuana le había abierto el apetito. Cuando se volvió a tumbar de
nuevo, la tristeza se apoderó de ella, como la niebla cae sobre el
Pacífico.
"Todo no es mas que mierda. Este mundo es todo una mierda."
Al contrario que la mayoría de otros hippies, Beth Ann, una rubia de
ojos verdes a quien le gustaba llevar tobilleras de cuero y campanitas
en los dedos de los pies, no procedía de una familia pobre. Su padre era
un ingeniero de prestigio en Worcester (Massachusetts), su madre era
una ama de casa que se ocupaba en cuidar de ella y de sus dos hermanos.
Beth Ann amaba a sus padres, tan solo que no quería ser como ellos,
porque pensaba que carecían de toda visión y sentido de las
posibilidades de su hija. Ellos se conformaban con que ella fuera su
clon. "Tu eres una chica mona, le decía su madre, iras al colegio y hará
una carrera. Serás una buena profesora, siempre fuiste buena con niños. Siempre tendrás algo solido a que aferrarte. Los profesores son siempre
necesarios. Cásate y forma una familia."
Beth Ann asistió a la
Universidad de Northeastern de Boston. Dasher que era su amigo ya en el
instituto abandonó sus estudios y se fue a trabajar en una empresa de
electricidad. Por las noches se drogaba. Beth Ann terminó sus estudios y
se graduó con buena nota, pero se aburría terriblemente. No paraba de
repetir a Dasher que ella era distinta que sus padres, que aspiraba a
mas- Estaba a punto de empezar un trabajo en una heladería vecina cuando
se presentó Dasher y le propuso escaparse con él a San Francisco. "Tu
no paras de decir que eres diferente, pues aquí tienes la oportunidad de
demostrarlo." Los dos se fueron en la ranchera de Dasher. Ella llamó a
sus padres desde una ciudad a 400 km para anunciarles su partida. La
madre lloró. El "encanto" de su aventura se termino pronto,en cuanto
tuvieron que afrontar la dura realidad de ganarse la vida y pasaron a
adoptar la filosofía hippy de disfrutar más. Al principio ella
amaba la libertad. Fumaban marijuana, se metían ácidos y hacían el amor
con total abandono. Pero mucho sexo no era lo ideal y mas drogas no la
volvía mas feliz.
No mucho después de su llegada a San Francisco, se
engancharon con una gente que habían emprendido un negocio de plantar
arboles de Navidad en una zona montañosa por encima de Santa Cruz. Todo
lo que tenían que hacer no era sino plantar unos cuantos arboles cada
día. Pero estaban tan drogado desde que se levantaban que no lograban
cumplir con el trabajo, eso hizo que el propietario de la plantación los
echara. Uno de los chicos de allí conocía a otro que tenia una casa en
el Haight, de modo que los tres se fueron para San Francisco y se
instalaron en le Panhandle.
Unas cuantas horas después que rompiera
el día,Beth Ann, Dasher y una media docena de hippies de su vecindad,
iban subiendo por Haight Street, haciendo el tonto con un grupo de
turistas que acababan de llegar en la linea de autobuses Gray Line. Beth
Anne saludó con la mano a un forastero que sacaba la cabeza por la
ventanilla del autobús. El turista se quedó mirando, entonces Beth Ann
se paró en la acera, frente a él, se desabrochó el vestido y le enseño
los pechos. El tipo se quedó boquiabierto. Dasher y a peña hippy se
partían de risa.
El grupo siguió su paseo hasta el parque de Golden
Gate y se instalaron en su lugar favorito debajo de los eucaliptos. Iban
preparados con sacos de dormir y mantas, montaron pues allí su
campamento. Un hippy de Miami saco la armónica y se puso a tocar
mientras los demás se tragaban los ácidos. Beth Anna comprendió que el
"viaje " comenzaba cuando sintió que los arboles respondían "wah-wah" a
los acordes de la armónica. Se acercó entonces a un árbol y lo rodeó con
sus brazos en un estrecho abrazo. Después de un rato, la armónica
calló, pero otra música se empezó a escuchar de forma claramente
perceptible, mas salvaje y mas rítmica. El eco resonó por todo el parque
y Ann Beth se sintió de inmediato tranportada. Antes de que se
percatara, el sol empezó a salir.
¿Escuchasteis la música la noche
pasada? preguntó uno de los hippies, mientras se revolvia en su saco de
dormir. "Nunca en mi vida escuché algo semejante"
Eso eran los
Krishnas que vienen a cantar todos los días a este parque. Vamos a
verlos a su templo. He oido que escucharles cantar es la mejor manera de
salir del "bajón."
Se dirigieron entonces hasta el bajo que hacia de templo en el 513 de
Frederick Street y al entrar pasaron delante de un anuncio que ponía:
"Mantente "colocado" todo el día. Descubre la felicidad eterna" El
programa de la mañana se había acabado ya y el templo estaba vacio,
excepto por un par de devotos que se estaban ocupando de un hippy quien
no conseguia aterrizar del colofón que le había producido el ultimo
acido- Beth Anne quedó muy impresionada. Esta gente estaban haciendo una
gran labor. Un devoto se acercó a ella y le preguntó si tenia hambre.
Ella asintió. El devoto se retiró al instante y volvió pocos minutos mas
tarde trayendo sendos platos rebosantes de prasadam. Dio un par de
pasos atrás y permaneció allí contemplandolos sonriente. A Beth Ann la
imagen de aquel devoto se le antojó beatífica. Era la mejor comida que
probaba desde que se fue de casa. Los vegetales sabían a fresco y la
hizo sentirse bien. La ultima vez que ella u Dasher habían tomado un
tripa juntos, se fueron a MacDonnal y pidieron hamburguesas. Cuando se
la sirvieron y ello olió a carne quemada y abrió el bollo de pan para
observarla mejor, chorros espesos de sangre manaban de la carne
churruscada.
Ella no pudo aguantarlo y salió corriendo del restaurante jurando que se haría vegetariana.
El plato de prasadam parecía como la respuesta a una plegaria que nunca se materializó.
A partir de ese día Beth Ann acudió al templo casi todos los días. Sus
amigos hippies ya ni siquiera se acordaban de sus discursos de paz y
amor. Los Krishnas habían encontrado la manera de convertir ese amor en
algo real y ella decidió hacerse devota.
No le resultó difícil en
realidad. Como la mayoría de los hippies, Beth Ann había rechazado de
plano al cristianismo al no aceptar los valores de sus padres. Cada vez
que veía a un hippy llevando una camiseta con el slogan: "Mata a un
comunista por amor a Cristo" ella sonreía. Y como le ocurría a la
mayoría de sus colegas hippies, a ella no le interesaba oír hablar de la
muerte. Ni siquiera de la de Cristo. La muerte era un tabú.
Krishna
resultaba mucho mas atractivo que Jesucristo. Era estupendo. Tocaba
la flauta y se paseaba con chicas guapas. Llevaba guirnaldas de flores y
plumas de pavo y caminaba descalzo. Era ademas eternamente joven y
completamente libre.
"Eres una gilipollas". Gritó Dasher a Beth Ann
cuando le dijo que iba a unirse a los Krishnas. "Te van a comer el coco y
convertirte en un robot"
Pero Beth Ann se echó a llorar: " Creo
recordar que siempre le dije a todo el mundo que quería llevar una vida
como Dios manda ayudando a la gente. Acabo de encontrar el sitio donde
un grupo de personas esta haciendo exactamente eso y quiero aprovechar
esta oportunidad. Lo único que tengo que hacer es renunciar a mi
independencia y estoy dispuesta a hacerlo."
"Si perdemos nuestra independencia, no somos nada" Dijo Dasher prepotente.
"De que sirve esa independencia si no conduce a nada bueno" Respondio
Beth Anne, mirando alrededor del antro inmundo donde estaban viviendo.
"Esto es una pocilga. La gente necesita que las cuiden, Dasher."
"La gente lo único que necesita es que las dejen en paz" Respondio Dasher encolerizado mientras se iba dando un portazo.
Esa misma tarde Dasher se fue de San Francisco porque había encontrando
un trabajo como encargado de un motel, cerca del estuario del Russian
River. Beth Anne se fue al templo.
Poco tiempo después, ella y un
grupo de devotos fueron al apartamento que los devotos habían alquilado a
Prabhupada en Stinton Beach, una pequeña y bella ciudad pegada a un
bosque, junto al mar, al norte de San Francisco. Beth Ann se sentía muy
feliz y realizada: Las drogas y el sexo ya no significaban
absolutamente nada en su vida. Los devotos la llamaban respetuosamente
"mataji" aunque tuviera tan solo 20 años. Esto la ayudaba a derribar con
cualquier estereotipo sexual. Tanto hombres como mujeres estaban
implicados en una actividad común en la cocina y en la limpieza del
templo y se turnaban para decorar a a las deidades. Era una vida
pletórica y divertida, mucho mejor que la vida de hippy.
Al final de
ese verano, Beth Ann y los demás devotos de S.Francisco se apilaban en
los coches y se dirigieron al aeropuerto. Todos estaban sombríos y
tristes: Prabhupada se volvía a India. No había parado de comentar el
volver a casa desde que le diera el infarto. Pensaba siempre en regresar
a Vrndavan, el lugar mas sagrado del mundo para terminar de recuperarse.
Estaba deseoso de consultar a un medico ayurvédico, cuyas practicas
están basadas en los Vedas, los libros sagrados de la India. Y si no se
recuperaba, le gustaría morir en Vrndavan.
El viaje tenía ademas una
segunda finalidad. Prabhupada se llevaba con él a Kirtanananda, su
discípulo favorito. Queria mostrarle los lugares sagrados, que se
sumergiera en la cultura y que tomara cursos de la religión escogida. Si
le pasara algo a Él, el puente existente ya entre oriente y occidente
se vería restablecido.
Los devotos ahogaban su pena con un tremendo
kirtan en la terminal misma del aeropuerto. El ruido que montaron
atrajo la curiosidad de cientos de pasajeros. Hamsaduta que había venido
desde Canada para despedir a su maestro espiritual, danzaba con mas
fervor y entusiasmo que todos los demás. Cantaba y saltaba como un
autentico poseso. Pero sus ojos nunca se apartaban de Prabhupada. Se
encontraba desesperado porque su maestro todavía no le habia mandado
ninguna carta. Se estaba yendo a India, tal vez para morir allí, sin
haberle dado una muestra de reconocimiento, que el tanto reclamaba. Las
lagrimas le brotaban de los ojos y le caían en su musculoso y fornido
pecho. Otros muchos devotos, sumidos en el Kirtan empezaron también a
llorar.
De repente, le sobrevino una idea: Dio un paso al frente y
arrodillandose delante de Prabhupada le dijo bajando la cabeza: "Swami,
hay un montón de personas congregadas aquí ¿Me da ud permiso para que
haga una colecta?
Prabupada asintió. Hamsaduta dio un brinco. Salió a
la calle y pasó el sombrero que no tardó nada en estar rebosando.
Volvio, se echo a los pies de su maestro y se regaló, en el momento
preciso en el que anunciaba el embarque de su vuelo. Prabhupada le
brindo una larga mirada de reconocimiento, mientras comentaba: "Nuestro
viaje se anuncia bien. Hemos tenido un hermoso kirtan y una excelente
colecta. Esto es la misericordia de Krshna."
Hamsaduta no pudo contener las lagrimas una vez mas. Prabhupada se había fijado en él. Fue un detalle que nunca olvidaría. Diez
días después de que Prabhupada volara a India, George Harrison y su
novia Patti llegaban a San Francisco. Habian leído un vasto reportaje
sobre los hippies en la edición dominical del Times y decidieron dar una
vuelta por allí para contemplar el fenómeno "in situ". El viaje era
algo mas que un simple capricho de una estrella del rock. George era de
los creían ardientemente que todo puede ocurrir. ¿Y porque no también a
él que había nacido en un barrio pobre de Liverpool? Ahora, no obstante,
era famoso y todo el mundo cantaba las canciones de su ultimo LP:
Sergent Peper´s Lonely Hearts. Si los Beatles habían podido revolucionar
la música ¿porque no podrían los hippies ser los pioneros de un mundo
mejor?
George y Patti se habían preocupado mucho de que su viaje
fuera lo mas discreto posible, querían pasar desapercibido y sobre todo
no querían que su viaje apareciera en todas las portadas de la prensa
rosa. Querian tener una visón del Haight tal y como era y deseaban por
ello pasar totalmente desapercibidos. George tenía la visón idílica de
una comunidad artesana autosuficiente capaces de producir desde botas
de cuero hasta velas perfumadas.
Un taxi los dejó en pleno Panhandle, atravesaron pues Haigh Street y siguieron camino hacia Golden Gate Park.
"Me das una limosna tío"? le pidió un zarrapastroso y joven hippy, demasiado colocado como para reconocerlo.
"Una limosna? Lo que de verdad necesitamos es comer" Añadió una chica joven, agarrando a George del brazo.
Él se la quitó de encima
Un chico joven con un jersey de cuello vuelto se plantó frente a él y e ofreció: "Acido, mescalina, yerba"?
Harrison estaba atónito. El camello se dirigió a Haight Srteet. Ellos
siguieron su caminata. George estaba perplejo de lo que veía. Lo que él
había imaginado el Eden de la Nueva Era, no era sino el paraíso del
comportamiento pecaminoso, un lugar de lo mas cutre, una fotocopia del
Bowery de Nueva York.
Un joven le paso de cerca y parandose ante él le dijo: "George, ¿ eres en realidad George?
Harrison asintió de mala gana. Y el otro gritó mas fuerte: "Eh
chavales, tenemos aquí nada menos que a George Harrison, el jodido
Beatle."
La pareja siguió caminando. Pasaron ante un grupo que
tarareaban una canción que George reconoció enseguida como un mantra.
Afortunadamente la multitud arrastró a la pareja antes de que alguno
tuviera tiempo de reconocerlos. Cuando llegaron al parque, alguien les
paso una guitarra acústica y George se puso a tocar algunos de los temas
mas conocidos de los Beatles. Luego pararon un taxi y desaparecieron.
Cuando iban volando para Londres, Harrison tenia un fuerte sentimiento
de culpabilidad. Pensaban que los Beatles tenían mucho que ver con lo
que él había visto en el Haight. Ellos habían presentado el LSD como una
experiencia que expande la conciencia en su canción "Lucy in the Sky
with Diamons(LSD). Tambien habían promocionado la marijuana como una vía
para escapar a la decadente realidad cotidiana en "A Day in the Life".
Pero ahora, le resultaba obvio que las drogas no pueden llevarlo a uno a
un mundo mejor, antes bien te conducen por sucios y oscuros derroteros.
Pero mantenía siempre la esperanza de que tenia que haber algún punto
de salvación en todo este viaje. ¿Quienes eran aquellos cantantes
vestidos con atuendo tan extraños en el parque?
Harrison, al igual
que John Lennon, estaba realmente interesado en la religión y cultura de
Oriente. El acogió con gusto la idea de John de añadir sitar en algunas
de sus canciones. Fueron ellos los que empujaron a Paul y Ringo a que
fueran a la India y pasaran un tiempo en el ashram de Maha Rshi Mahesh
Yogui. Intento recordar la melodia de aquellos cantantes y se puso
incluso a tararear, pero no le salia.
"Tan pronto como vuelva a Londres, le dijo a Patti, haré por encontrar de nuevo a esa gente que vimos en el parque"
UN PUPILO AMBICIOSO
Prabhupada se inclino ligeramente para oler el sabzi que la azafata e
Air India acabada de ponerle en la bandeja delante de sus ojos. El vuelo
había despegado de San Francisco hacia ya una hora y media y se
encontraba a diez mil metros de altura en su ruta hasta New York,
Londres, Moscú y finalmente Delhi.
"Me siento ya un poco en casa" Comentó Prabhuada con humor.
¿Cual es realmente su casa? Pregunto Kirtanananda. "Llevo trabajando
con ud mas de un año y todavía no se ni tan siquiera donde esta su casa"
"Mi casa esta con Krishna en Vrindavan", respondió Prabhupada. Pero gran parte de mi vida mundana la pasé en Calcuta. Eso no tine mayor relevancia."
"Por favor, le insistió su acompañante, tenemos todavía muchas horas de
vuelo por delante. Ud sabe cómo yo encontré a Krishna. A mi me gustaría
saber como fue su encuentro"
"Baste con saber que tu eres mi discípulo" Respondió Prabhupada
Pero Kirtanananda no estaba satisfecho: "Para mi es muy importante saberlo"
Prabhupada giró la cabeza por el avión. La mayoría de los pasajeros estaban comiendo. Algunos empezaban ya a dormir.
"Esta bien te contaré algo. Luego cantamos un rato y dormimos"
El despertar religioso de Prabhupada en Bombay no fué en absoluto tan
dramático como el de SanPablo camino de Damasco. Su celo espiritual
creció progresivamente.
El autor de su edificio espiritual no fue
otro que un guru llamado Bhatisiddhanta, un maestro de talla con barba
negra y gasas redondas. Se encontraron en 1922 cuando Prabhupada contaba
tan solo 26 años y era ya un hombre de negocios llamado Abhay Charan
De.
Fue un amigo suyo quien lo arrastró a visitar a su guru. Cuando
los dos jóvenes entraron en el templo, Bhaktisiddhanta se encontraba en
la terraza, tomando un poco el fresco. Los recibió cortésmente. Sentados
todos ellos en el suelo de la terraza, contemplando la puesta de sol,
empezaron a discutir sobre temas filosóficos. "Mi guru quedó horrorizado
cuando me escuchó decir que yo habia abandonado a Krshna para trabajar
por la independencia de India"
"Tu eres un joven cultivado ¿Como
puedes anteponer la independencia a Krshna? Eso es un desatino total.
Krshna esta por encima de todo. Tu eres cultivado, deberías predicar la
Conciencia de Krshna por el mundo entero."
Prabhupada contaba que
miraba para abajo al trafico de la calle para ocultar su embarazo-
Intento impresionar a Bhaktisiddhanta exagerando su devoción a la causa
de la independencia de Gandhi, pero en realidad reconoció que no había
invertido tanto en aquella causa. En una ocasión que el líder de la
independencia convocó un boicot todas las escuelas extranjeras,
Prabhupada pasó, no obstante 4 años en la Scottish Churches, uno de los
mejores centros docentes de toda Calcutta. A el no le resulto duro pero
su conciencia le torturaba por el hecho de estar estudiando en un
centro británico.
"Yo era joven y ambicioso" le explicaba a
Kirtanananda. "Queria llegar a ser un gran hombre, alguien muy rico. Asi
es que no elegí. Intenté satisfacer mi conciencia y mi ambición.
Completé mis estudios, pero boicoteé la ceremonia de graduación por lo
que no pude recoger mi diploma."
Prabhupada siguió hablando. Lo
hacia deprisa, describiendo en su inglés bengalí, la devoción de su
juventud por Krshna. Diariamente adoraba en un templo cercano a su casa
natal. Pero al igual que la mayoría de los jóvenes de su generación, se
olvido de la religión para concentrarse en su vida familiar. En muchas
ocasiones, dijo, se preguntó de lo acertado de aquella opción, pero
acababa siempre aceptando sus errores para autoconvercerse de que su
decisión era correcta.
"Cuando Bhaktisiddhanta me pregunto si me
resultaría difícil predicar, al principio no quise reconocer que me
había olvidado de Krshna y le dije que tenia mujer y cinco hijos."
Prabhupada paro de hablar y Kirtanananda pudo percatarse de que se
mostraba reluctante a hablar de su vida familiar. Asi y todo le volvió a
empujar ¿Y que pasó entonces?
Prabhupada le narró la historia como
si estuviera todavía intentado hacer las paces consigo mismo, como si
quisiera perdonarse de una imperdonable indiscreción. La simplicidad y
pureza de Bhaktisiddhanta le había destrozado su bien construida
armadura.
¿"Como podía negarme a él? Sus palabras calaron muy hondo
en mi conciencia. A partir de aquel día la devoción por Krhsna remplazó
lealtad hacia Gandhi. Empecé a leer lo textos sagrados y fue entonces
cuando descubrí a Mahaprabhu".
"Espere, le interrumpió Kirtanananda,
ya veo que va a empezar a hablar sobre el Señor como hace siempre.
Permitame recordarle que esta ud hablando al mejor de sus
discípulos: Yo se que Mahaprabhu inventó el movimiento de Sankirtan y
revitalizó el hinduismo. También se que convirtió al gobernante musulmán
en Bengal. Lo que yo quiero saber es sobre su persona."
"Mi vida
privada no tiene la menor relevancia". añadió Prabhupada mientras
cerraba los ojos. "Yo no soy mas que un simple devoto de Krshna. Yo
estoy siempre recordando que soy el sirviente del sirviente del
sirviente."
"Vamos Prabhupada, no le predique al iniciado. Si yo voy a ser como Ud, tengo que saber mas sobre su persona."
"Tu puedes llegar a ser como yo si te acuerdas siempre de Krshna" Y
concluyo: "Ahora vamos a cantar un rato y luego, tal vez hablaremos mas."
Kirtanananda frunció el ceño. Contemplaba el rostro relajado del viejo
swami y miraba sus labios que se movian suavemente mientras cantaba en
silencio. Cuando hubo terminado de cantar echo una pequeña siesta.
Kirtanananda esperaba tan solo que se despertara.
"Cuénteme sobre su
familia" le preguntó Kirtanananda después de que la azafata le hubiera
servido un zumo. "Ud nunca habla de ellos. Todo lo que sé es que
estuvo casado y que tuvo cinco hijos?"
Prabhupada no dijo una sola
palabra. Se sentó inmóvil en el estrecho sillón del avión, agachó la
cabeza manteniendo sus codos apoyados en los reposa-brazos.
Kirtanananda se disponía una vez mas a hablar cuando Prabhupada levantó
la mirada y dijo:
"Te lo voy a contar todo, pero solo porque al
escuchar mi historia tendrías que llegar a la conclusión que para llegar
a Krshna y obtener la verdadera felicidad, tendrás que renunciar
primero al mundo. No puede haber felicidad si uno se aferra al mundo. Es
como Krshna dice en el Srimad Bhagavatam: " Cuando yo me muestro
especialmente misericordioso hacia alguien, lo primero que hago es
privarle de sus posesiones materiales."
Prabhupada exhaló un suspiro
profundo y continuó: "Pasaron mas de treinta años desde el día en que me
encontré con Bhaktisiddhanta, yo no era mas que un padre de familia que
deseaba expandir las glorias del Señor Chaitanya, el mensaje de la
Conciencia de Krshna.
Cada día que pasaba hacia un poco mas por
Krshna y un poco menos de todas esas ocupaciones que el mundo nos exige.
Estaba muy ocupado cantando, estudiando, viajando y escribiendo al punto
que mi empresa se vino a bajo, gracias a la misericordia de Krshna."
Una azafata se acercó empujando un carrito ofreciendo a los pasajeros,
cafe, te, refrescos y galletas. Prabhupada aceptó complaciente unas
cuantas galletas, pero rechazó los estimulantes prohibidos. Tomo un
pedazo de galleta y comentó sonriente: "Esta galleta me ha hecho
acordarme de mi mujer Radharani. Ella no compartía mi devoción."
Durante los siguiente cuarenta minutos, Prabhupada describió las amargas desilusiones que su mujer tuvo con él.
Radharani no pudo nunca encajar porqué él había cambiado tan
radicalmente. Se había casado con un ambicioso y joven hombre de
negocios y se encontró mas tarde con un predicador de Krshna.
"Se oponía ella acaso? Preguntó Kirtanananda.
Prabhupada se puso a buscar la palabra adecuada.
"Ella pretendía ser mas inglesa que los ingleses" dijo finalmente. Se
había occidentalizado demasiado. Se enfadaba mucho si no tomaba su té
por la tarde. Yo le ordené que parase, pero ella no hizo caso. Cada vez
que salí a predicar ella se quejaba de que la abandonaba. Cuando yo le
explicaba que Krshna debe anteponerse a todo, ella respondía: "Pero
Abhay, yo soy tu esposa. Tienes una familia y tienes responsabilidades
que afrontar." Para mi no era nada fácil. Andabamos escasos de dinero. Un
día andaba de viaje de negocios, y cuando volví me percaté de
que mi Bhagavatam había desaparecido. Le pregunté a ella y me dijo que
no sabia nada y se puso a llorar. Yo me mostré muy firme. Todavia me
acuerdo con claridad. Al final confesó que necesitaba comprar galletas
para tomar el te y lo había vendido. Yo me enfadé terriblemente pero no
dije una sola palabra" Pero a resultas de este incidente, empaque mis
cuatro pertenencias y me marché."
¿Y que pasó con ella? Preguntó Kirtanananda.
"Cogió los niños y se fue a vivir con sus padres. No la he vuelto a ver desde entonces"
¿Cuando ocurrió todo esto? Preguntó Kirtanananda.
"Debió ser por el año 1954." Respondió Prabhupada, visiblemente
emocionado. "Yo me fui directamente para Vrnadavan donde pase los
mejores 11 años de mi vida. Todo lo que hice, lo hice por Krshna.
Cantaba 64 rondas al día, no las 16 que cantáis los joven americanos. 64 rondas y no las pasaba ni un solo día, aunque estuviera enfermo.
Empecé la traducción del Srimad Bhagavatam y publiqué mi revista y la
vendía por la calle."
Prabhupada siguió narrando la majestuosidad de
los templos de Vrndavan con todo lujo de detalles. Dijo que el había
vivido en la sombra de un par de humildes habitaciones, pero que siempre
estuvo feliz y satisfecho hasta que en 1959 tomo por fin sannyasa. Al
año siguiente publico Viaje Facil a Otros Planetas, su primer libro de
los muchos que vendrían posteriormente. Terminé igualmente de traducir
el primer canto, de los doce, en total sesenta volúmenes, del Srimad
Bhagavatam y le regaló un ejemplar a Lal Bahadur Shastri, el primer
ministro de India, "el cual recomendó encarecidamente que no faltara
este texto en todas las bibliotecas de India." Prabhupada recalcó con
legitimo orgullo.
"Este punto es muy importante. Gracias por
contarmelo. Yo sé exactamente lo que vamos a hacer. Vamos a contar su
historia al mundo entero. Lo usaremos para que los devotos comprendan
que Krshna es lo primero la familia viene después. Usaremos su vida de
casado como el paradigma perfecto."
"En al Conciencia de Krshna hay
sitio tanto para una como para la otra." Corrió Prabhupada, refiriendo
obviamente tanto a la vida de casado com a la de los solteros.
"Por supuesto, dijo Kirtanannada, no vamos a argumentar sobre ello. Siga contando. Digame como decidió venir a America."
"Era el deseo de mi maestro " Respondió Prabhupada. "El quiso que yo
trajera la conciencia de Krshna a Occidente. India es un país muy
espiritual. Durante todos estos años fueron precisamente los misioneros
occidentales quienes trajeron el cristianismo allí. Ya me estaba
haciendo viejo y tenia que intentar obedecer la orden de mi maestro
antes de morir"
Prabhupada contó que había solidicitado la ayuda de
Sumati Morarji, la propietaria de compañía naviera Scindia, uno de los
ángeles que le había ayudado a financiar la publicación de su
Bhagavatam. Dijo que se había presentado en su oficina sin cita previa
en mayo de 1965 y le pidió a su secretario que anunciara su llegada.
"Ella me reconoció al instante. Dijo que era una buena persona. Yo le
dije que quería viajar a America para predicar la conciencia de Krshna.
Le dije que quería ir antes que fuera demasiado tarde. Ud tiene muchos
barcos. ¿No podría ud meterme en alguno que fuera para America?"
"Es
lo mas ridículo que he oído en mi vida" respondió la Señora Morarji. Es
ud demasiado viejo y en America hace demasiado frio y ademas no se
interesan para nada en Krshna. Quedese aquí y predique entre nuestra
gente. Nosotros lo necesitamos."
"Krishna no es solo para India, es
para todo el mundo. Por favor , permitame ocupar un pequeño camarote en
uno de sus barcos. Diga que si hoy y así me evitará de tener que volver
mañana."
Después de una larga conversación, la Señora Moraji accedió por fin y le dio un pasaje en un carguero de nombre Jaladuta.
"Fue un viaje muy duro" Comentó Prabhupada sin quejas. "Yo me había traído
mi propia provisión de prasadam, pero me sentía demasiado mareado como
para cocinar. Una noche me vi invadido por un fuerte dolor en la parte
izquierda del cuerpo. El dolor desapareció pero me quedé inmóvil. A la
mañana siguiente volvió el mismo dolor pero mas fuerte que el día
anterior. Yo estaba tumbado en mi camarote, cantando y esperando que el
dolor viniera una vez mas y acabara conmigo. Pero Krishna fue
misericordioso y me salvó. Lo hizo porque tenia una misión que cumplir
para Él".
Cuando el barco atracó por fin en New York, en septiembre
del 65, yo baje la escalona con la ropa que traía puesta, un baúl lleno
de libros y una vieja maquina de escribir, así como una bolsa de
cereales un juego de cacerolas para cocinar y 40 rupias"
"Todo eso que me cuenta es maravillo. ¿Porque no lo menciono nunca antes?
"No tiene la menor importancia" dijo Prabhupada.
"Si que la tiene y mucha. Es la clave para entender todo lo demás." Añadio Kirtanananda.
"Por favor, se lo suplico, dejeme que le enseñe algo sobre America. A
los americanos les gustan los héroes. Trate de verlo como una película: Ud sacrifico toda su vida por un convencimiento
religioso- su mujer, sus hijos, su negocio. Ud vino aquí solo, sin
dinero,al país de los hippies y los ateos. sufrió dos ataques de corazón
y estuvo a punto de morir. Pero a pesar de tantos inconvenientes,
triunfó. Convirtió a los infieles y dio cumplimiento al deseo de de su
maestro. John Huston produciría una película. Ahora lo veo con toda
claridad."
Prabhupada miraba a Kirtanananda y sonreía. "Eso esta bien. Vamos a guardar silencio y cantamos un rato" Propuso Prabhupada.
"Espere, dijo Kirtanananda, tengo varias ideas para el movimiento, si nosotros…
Canta, le ordenó Prabhupada mientras cerraba los ojos.
Cuando el avión aterrizó en Delhi, Kirtanananda estaba muerto de miedo.
No fue capaz de sonsacarle nada mas a Prabhupada. Peor aun no pudo
convercer a su guru para que escuchara sus propias ideas. Prabhupada se
limita a repetir: "Todo está en las manos de Krshna. Triunfaremos tan
solo si cantamos Hare Krshna.
Se le había olvidado ya lo
mucho que odiaba India hasta que puso los pies fuera del avión y fue
asaltado por el calor pegajoso y maloliente de Delhi. Eran las tres de
la mañana. Pero el gentío del aeropuerto le hizo pensar que se
encontraba en la hora punta de Gran Estacion Central de New York.
Tuvieron que esperar en una interminable cola hasta que un lento e
ineficiente oficial en uniforme blanco le miraba y remiraba el
pasaporte para mandarlo luego a otra segunda cola, donde empezaba de
nuevo el mismo chequeo. Las moscas revoloteaban sin parar y un perezoso
ventilador mandaba el aire caliente para abajo. Cuando llegó la hora de
retirar las maletas de la cinta, Kirtanananada estaba ya sudando a
chorros.
La salida del aeropuerto fue aun mas deprimente. Se vieron
de repente rodeados de una multitud ruidosa y festiva que esperaban a
sus parientes. pero no había nadie que les esperase a ellos.
Kirtanananda se sentía descorazonado. Él seguramente había imaginado una
escena de alguna película de Cecil B. DeMille en la miles de devotos
con sus trajes se arrojaban a los pies del maestro para agradecerle el
volver triunfante de America. Lo subirían en un palanquín y lo
transportarían en procesión, mientras la multitud lo cubría de pétalos
de flores.
Pero allí los unicos gritos provenían de los niños
descalzos y de los porteadores y taxistas que se peleaban por
transportar las maletas y meterlas en su taxi. Prabhupada estuvo
cerrando el trato con uno de ellos y se metieron en un taxi que los
condujo a través de las desiertas calles del viejo Delhi. Media hora mas
tarde, el chofer se paró a la sombra de un viejo edificio y se giró
mostrandoles la palma de la mano. Prabhupada sacó las 40 rupias con las
que llegó a America y se las entregó. El otro no tardo ni dos segundos
en embolsarse el dinero.
"Deme la vuelta" pidió Prabhupada en hindi. ¿Que vuelta? respondió el taxista.
"Habiamos convenido 30 rupias" Devuelveme mi dinero" El taxista se negó
en rotundo y empezaron a discutir entre ellos. Aburrido por la
situación, Kirtanananda abandonó el taxi.
"Se parece ud mas a un
tipico neoyorkino que al mensajero ungido de Krshna" comentó irritado
mientras le tiraba del dothi a Prabhupada. "Deje que se vaya de una vez,
no estamo necesitados de dinero, necesitamos dormir y descansar."
Pero la discusión parecía no terminar nunca. Al final el taxista se
bajo, abrió el maletero, tiro al suelo el equipaje y salió corriendo.
"Me engañó ese tipo" Comentó Prabhupada.
"Haribol. Estamos en el país mas espiritual del mundo." Dijo
Kirtanananda sarcásticamente, mientras seguía a Prabhupada hasta la
puerta ennegrecida de un templo.
Estaba cerrado. Kirtanananda golpeo
varias veces la puerta. Por lo que surgió un hindú adormilado. Reconocio
enseguida a Prabhupada y lo recibió con una sonrisa. Le tocó los pies y
le pidió que entrara, conduciendo hasta la que había sido su habitación
habitual.
Aquella especie de cuchitril estaba asqueroso. El polvo
cubría toda superficie horizontal. Habia chinches del tamaño de la yema
del dedo pulgar de Kirtanananda que se escondieron en las rajas del muro
tan pronto como Prabhupada encendió la luz. Apiladas en los rincones
habia ejemplares del Bhagavatam.
"Es aquí donde yo vivía y donde
publique mi Bhagavatam" Aclaró Prabhupada muy contento. Me levantaba
todos los días y cantaba, escribía a maquina, cocinaba, escribía y
dormía."
El swami había descrito siempre la Jerusalem( Vrndavan) de
la Conciencia de Krshna como un paraíso. Pero la visión se rompió bien
pronto. Vrndavan era mucho peor que Delhi. Cuando llegaron la temperatura
rayaba los 42 grados y no había un solo lugar donde escape del calor.
La ciudad entera estaba cubierta por una red de cloacas al aire libre.
Las mayoría de sus templos estaban abandonados y en estado de ruina. La
Conciencia de Krshna agonizaba en su mismo lugar de nacimiento.
El
viaje se empeoró. Una semana después de su llegada Kirtanananda atrapo
una disentería que le impedía comer. Después de muchos días logró
recabar fuerzas para poder sentarse, Tumbado en una cama de madera
infestada de chinches en una calurosa tarde, escucho de pronto un ruido y
pudo ver a Prabhupada que se lavaba las manos en el pozo del patio.
Tenia alrededor suyo como un enjambre de moscas que lo cubrían por
completo.
Con el tiempo Kirtanananda llegó a recuperarse y en
Agosto llegó el monzón que rompió de alguna manera el sofocante calor.
Los devotos empezaban a preparar la celebración del nacimiento de
Krshna. El día 28 de agosto celebraba Prabhupada su cumpleaños y fue el
día elegido para iniciar a Kirtananada como el primer sannyasi
americano. Era en verdad un gran honor otorgados alguien tan joven.
Prabhupada tenia 63 cuando se vistió por primera vez de azafrán. Ahora
estaba otorgando ese privilegio a un joven de 31.
Tuvo que ser un
hito importante en su vida, pero los días que siguieron representaron
una tortura sin fin. Kirtanananda y Prabhupada se levantan muy temprano,
a las tres de la mañana y cantaban varia horas; Kirtanananda tenia
entonces que pasarse todo el día escuchando al viejo sannyasi disertar
sobre el Bhagavatam y el Chaitanya Charitamrta. Pero la rutina le
resultaba insoportable. El era un erudito religioso, bien podría leer
los textos por su cuenta.
La visita a India tomo un cariz crítico
para Kirtanananda. Estaba claro que el y su maestro diferían
radicalmente en lo que respecta a como debían vestirse los devotos y
como deberían ser reclutados y como se debería expandir el movimiento.
Aparentemente Prabhupada no lograba comprender la mentalidad occidental.
Era demasiado viejo para poder adaptarles. Kirtanananda se veía ya
dando conferencias en Harvard ante un auditorio compuesto de teólogos
como Harvey Cox. El podría ser mucho mas eficaz que Prabhupada ya que el
conocía la mentalidad de los occidentales así como la Biblia. y podría
igualmente debatir con ellos usando argumentos y comparaciones que
pudieran socavar su trasfondo cultural.
El viejo había cumplido ya
con su misión que no era otra que la iluminar a Kirtanananda. Habia
llegado la hora de que él se rindiera a Kirtanananda, al igual que este lo
hizo en su día con respecto a Él. Esa era la única manera en la que la
Conciencia de Krsha podría progresar.
"Prabhupada, quiero volver a
casa" Le espetó un día. "Mandeme cuanto antes para America, allí puedo
hacer un gran servicio. Aquí no tengo nada que hacer."
"Te queda
todavía mucho por aprender. Estamos tan solo en los comienzos. America
puede esperar. Las cosas están yendo muy bien por allí. Echa una ojeada a
las cartas que llegan. Estamos haciendo nuevos devotos cada día."
"Prabhupada, quiero volver a casa" Insistió
"Te podrás ir si quieres, pero no a America. Debes ir a Londres y abrir
un templo allí. Mi maestro espiritual mando allí dos sannyasis en 1930 y
no consiguieron hacer ni un solo devoto. Ni uno. Tu tendrías que ir y
hacer tantos devotos como hiciste en Montreal. Tengo aquí ante mi una
carta de una dama muy importante de Londres que dice estar interesada
por la Conciencia de Krshna. Te vas a buscarla y entre los dos empezáis
un nuevo templo. Si todo va bien, yo puedo venir y dar iniciaciones."
Kirtanananda le ofreció sus reverencias. Tomo el dinero que le ofrecía
Prabhupada y compró un billete sencillo. Para Nueva York.
La luna de
miel de Krishna terminó ese día. El rechazo de Kirtanananda de irse a
Londres fue el primer desgarro de un movimiento que estaba abocado a
fracturarse en mil pedazos.
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"To do things hastily and incorrectly is not good. Anything valuable takes a little time to come into existence. Therefore there is no harm in waiting for the best thing. But everything is well that ends well: That should be the principle."
Prabhupada Letters :: 1969.
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"Hacer las cosas de afán y mal no es bueno. Algo valioso toma un poco de tiempo para llegar a existir. Por lo tanto no hay daño en esperar lo mejor. Pero si algo va bien termina bien. Ese debe ser el principio".
Cartas de Prabhupada :: 1969.