El Mono Empalado 5
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Por
Prabhupadanuga
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Continuación del CAPÍTULO 1.-CONTIENDA SANGRIENTA
EL EQUIPO DE HORTICULTURA
Dan
Reid le dio las gracias al swami, se dio la vuelta y saltando sobre su
Yamaha se fue corriendo a ver a Tirtha, Thomas Dresher, el "matón " de
la comunidad.
"Estas bromeando", fue lo primero que dijo cuando
aquel le contó la historia. "¿En serio que Kirtanananda te mandó a mi?
Repítemelo otra vez, quiero escuchar que fue exactamente lo que te dijo"
"Esta bien, concluyo Tirtha. Tendré que matarlo. Lo tomaré como una orden personal, para ayudarlo a Él.
Asi, a primera vista, Dresher hubiera pasado por el encargado de un
restaurante vegetariano. Tenia los cabellos cortos, pelo rubio con la
raya perfectamente hecha, un rostro suave y una expresión como si sus
labios estuvieran perpetuamente haciendo pucheros. Pero mirado mas de
cerca, se apreciaba una mirada glacial, detrás de sus gafas ahumadas.
Los brazos llenos de tatuajes. Como otros muchos, Drescher se habría
criado en centros de corrección de menores en Buffalo, New York. A los
18 años se alistó al ejercito y fue destinado a Vietnam, nada menos que
al sangriento batallón 101 de Airbone. Volvió a USA en 1972 y fue
entonces cuando conoció a los Krishnas. Contaba historias truculentas de
sus años en Vietnam y se jactaba de los vietnamitas que se había
cargado.
Cuando llegó a Nueva Vrndavan su primer servicio consistió
en conducir un autobús, dentro de la comuna, así como guardar el
palacio. El autobús lo conducía como si se tratara de un jeep militar.
Una devota que estaba encinta se acuerda que cada vez que se subía al
autobús, Drescher pisaba a fondo el acelerador y luego daba un pisotón
brusco al freno. Miraba luego por el retrovisor y adoptaba un aire muy
serio. En una ocasión, la broma provocó la caída de la devota y Drescher
no paraba de reír.
En 1977 fue promovido al puesto de responsable
de la seguridad, una posición que combinaba los papeles tanto de policía
como de "gorila". Se pasaba las horas haciendo ejercicios de tiro en un
valle profundo. Cada vez que Kirtananda tenia que echar a alguno de la
comuna, llamaba a Drescher que lo cogía y lo ponía de patitas en la
Carretera Nacional 250.
Un día después de que Reid hablara con
Drescher, aquel estaba tumbado en su estudio, echandose una siesta,
cuando escuchó el rugido del motor de un vehículo que subía con
dificultad la cuesta de acceso a su casa. Se apoyó sobre el codo y miró
por la ventana. Pudo reconocer enseguida la ranchera blanca de
Drescher. Dio pues un salto de la cama y salió a recibirlo.
"Lo vamos a hacer. Lo tengo ya todo planeado"
Ambos entraron en la casa se sentaron. Drescher le expuso su plan paso
por paso. Su cometido no era otro que el traer a St. Denis hasta el
Estudio del Artista.
"Dile que has conseguido coca. Ten por seguro que querrá venir, en cuanto le digas esto."
"No te preocupes que lo haré como tu sugieres." Aseguró Reid. "Y procurate también un revolver." Añadió Descher.
Temerosos siempre de que los karmis- es así como los Hares llaman a los
que no lo son- pudieran algún día atacar su comuna, las autoridades del
templo habían convertido Nueva Vrndavan en un arsenal. Existian toda
una serie de armerías, con todo tipo de armas. Hubo una serie de
expertos que convirtieron el templo en un campo de armamento. empezando
con Eugene Braeger, luego vinieron Keith Weber y Tod Schenker dos
antiguos "paracas" a quienes le gustaba pasearse por la comuna vestidos
con ropa militar de camuflaje, como si acabaran de salir de la portada
de una revista de la 2ª Guerra Mundial.
"Todo tendrá lugar en el
Estudio del Artista, le había dicho Descher a Reid. Evidentemente no
podemos transportar cañones hasta allí, porque terminaríamos haciendo
agujeros en las paredes. Lo único que necesitaremos serán armas de
pequeño calibre. Hay una pistola 22 en la tesorería donde tu
trabajas. Tomala prestada, nadie se percatara de su falta. La tendrías
que devolver en cuanto termines."
"Asi se hará" Aseguró Reid."
"Lo primero que tienes que hacer mañana es ir a buscarlo y fijáis una
hora en la que el pueda venir hasta aquí. Tan pronto como esto ocurra me
vienes a buscar a mi casa y nos lo llevaremos de allí."
Reid hizo una señal de aprobación.
Dreshcher se subió entonces en su vehículo y se alejó un par de Km. Se
paró junto a un arroyo y se puso a buscar un lugar donde las aguas
corrieran de forma apacible. Cuando lo hubo encontrado se puso a arrojar
enormes piedras como si quisiera hacer un dique. A un momento dado
volvió a la ranchera a buscar una pala con la que se puso a hacer un hoyo en
medio de la corriente del riachuelo.
"Venga chicos, manos a la
obra. Yo soy una bestia cuando me pongo a trabajar." St, Denis intentaba
animar al grupo de perro-flautas que habían venido para ayudarle a
plantar. El se encontraba detrás del vivero con una pala perforadora en
la mano, como si se tratara de un bate de beisbol. Todos se echaron a
reír menos Dan Reid., que se mantenía al margen del grupo e intentaba
sonreir forzadamente.
"Es así como vamos a proceder, yo voy delante
haciendo agujeros y vosotros me seguís plantando las margaritas. Si sois
capaces de mantener mi ritmo, habremos acabado antes de la puesta del
sol."
"Pero tal y como os conozco sois capaces de escaquearos e iros
a tomar pizza con cerveza," Bromeó Kurt Cleaver, el mejor amigo de St.
Denis.
En verdad que St. Denis era tan bueno como se anunciaba. Con
todo el equipo de perro flautas a cuestas consiguió rematar la faena
propuesta poco después de la puesta del sol. En cuanto terminaron se
fueron todos a casa de Kurt y Janet y se abalanzaron sobre las cervezas
frías y las pizzas vegetarianas. Cada quince minutos, mas o menos St. Denis
corría al vivero a cambiar la goma de riego.
"Esperad un tiempo y ya veréis lo que es este lugar en plena floración. Sera tan hermoso !!!!
El
grupo se disolvió a eso de las 22. St Denis y Debra instalaron los
crios en su ranchera y se disponian a regresar a casa cuando Chuck se
paró en la intersecion con la carretera de Stull, a un par de kms del
vivero. Alli estaba Reid, esperandolo sentado en su Yamaha.
St.
Denis sacó la cabeza por la ventanilla del conductor y dijo: "Estoy
hecho polvo, Daruka, no tengo fuerzas para llevar a casa a Debra y los
niños y tener que subir hasta tu casa. Dejémoslo para otra ocasión"
"No me hagas una cosa así, Respondió Reid, te estaba nomás esperando."
"Esta bien. Te diré o que vamos a hacer. Vámonos directamente desde
aquí. El tiempo que tardemos en llegar y los críos estarán ya dormidos"
Reid giró la mirada hacia Debra y empezó a mover la moto de un lado para el otro. Cuando hablo su voz subió de tono.
"No te preocupes. Olvidemos el asunto. No pasa nada. Vuélvete a tu casa
y mete a los niños en la cama. Mañana te paso a ver y ya quedamos"
Chuck metió la palanca de cambio y se dirigió a su casa. Una vez allí,
ayudó a Debra a acostar a los niños. Se sirvió una cerveza, subió
arriba, tomó un baño y se puso su pijama. Tanto él como Debra, habían
apagado la luz y se disponían ya a dormir cuando de repente sonó el
teléfono. Eran las once y media. Descolgó el auricular y saludó: "Hari bol." Dijo St. Denis, repondiendo con el saludo tradicional Krishna.
Escuchó atentamente durante unos segundos y luego dijo: "Estas mal de
la cabeza" y luego añadió: "Esta bien. Nos vemos ahí " y colgó
"Es
Reid, le explicó a Debra mientras se levantaba de la cama. "Me llamaba
desde una cabina. Me debía 50 dólares, dice que los llevaba consigo cuando
nos vimos esta noche pero se le olvidó de devolvermelos. Dice que me los
quiere entregar antes que se los gaste."
St. Denis se volvió a poner
los pantalones. No le gustaba tener que mentir a Debra, pero como decía
Reid, había trabajado mucho ese día y se merecía una recompensa.
"Volveré enseguida. No tardaré mas de 10 o 15 minutos."
Se subió pues a su camioneta y se dirigió al lugar de la cita con Reid.
Cuando llegó, aparcó frente al Estudio del Artista, bajo del coche y
se dio unos segundo para que sus retinas se ajustaran a la oscuridad de
la noche. Después de unos segundos, empezó a caminar con cautela por el
único sendero que conducía a la casa. Se estaba ya acercando a la
puerta, cuando de las sombras surgió de repente Thomas Drescher,
empuñando una pistola del calibre 22. St Denis se quedó helado. Escuchó un
pequeño crujido proveniente del bosque que tenia a su espalda, apartó
la mirada y pudo descubrir la figura de Dan Reid que surgía detrás de un
árbol y lo apuntaba con un revolver.
"Metete dentro, queremos hablar contigo" le ordenó Drescher.
St. Denis se giró y salió corriendo camino arriba.
PUM… PUM… PUM… Drescher disparo rapidamente su pistola. Reid dejó la suya a un lado.
Pero Drescher le gritaba: "¡Dispárale! ¡Dispárale! "
St. Denis recibió doce impactos. Tropezó y cayó de bruces. Pero
entonces, haciendo un esfuerzo sobrehumano empezó a correr hasta su
camioneta. Se tambaleaba como un borracho que hubiera sido golpeado en
una pelea de bar. Drescher tiro su pistola y se puso a perseguirlo,
le dio alcance y lo golpeó en las piernas. El gigante de St. Denis cayó y
su oponente aprovechó para arrastrarlo y subirse encima de su pecho.
"Tráeme un cuchillo" "Tráeme un cuchillo" le gritaba a Reid. Éste sentia
como ganas de vomitar y por un instante pensó en abandonar la escena y
salir corriendo, pero sintió miedo y no lo hizo, porque sabia que
Drescher hubiera salido detras de él y lo hubiera matado a él tambien.
Se fué pues corriendo a la casa y volvió con un enorme cuchillo de
cocina.
¡Canta! Empieza a cantar Hare Krshna! Le gritaba a St.
Denis, pensando que con ello le estaba haciendo un gran favor al
garantizarle que si moría pronunciando los santos nombres conseguiría
mejor nacimiento en su próxima encarnación.
Pero St. Denis no estaba
muerto. Tosiendo y escupiendo sangre, parecía que se asfixiaba por
momentos y trataba por todos los medios de apartar a Drescher de encima
de su pecho. Éste empuñó el cuchillo y lo apuñaló una y otra vez de
forma firme y profunda. Al final, la hoja del cuchillo tropezó con una
costilla y rebotó cayendo al suelo. St Denis estaba ya en los extintores
de la muerte.
Reid volvió otra vez a la cabina de su vehículo y
volvió con un destornillador se lo entregó a Drescher y este no dudo en
apuñalarlo con el- St Denis se retorcía y gritaba en su agonía. Reid
encontró un martillo y Drescher siguió golpeandole con el, abriendole un
agujero de tres centrimetros en el craneo. St. Denis se quedó inmovil y
terminó la pelea. Respirando agitadamente, se bajo de encima de él.
Tanto él como Reid miraban aquel cuerpo ensangrentado que no paraba de
emitir largos y desgarradores gemidos de muerte.
Drescher y Raid
arrastraron el cuerpo carril abajo hasta el lugar donde había construido
el dique. Arrimaron el cuerpo hasta la orilla cenagosa intentando
encontrar el agujero que Drescher había cavado la mañana misma, pero
había desaparecido.
Rein estaba mentalmente mudo. Parte de su mente
no daba crédito a lo que estaba viviendo y la otra gritaba: "Dejemos
esto de una vez." Acabemos con esto lo antes posible." Decia y no paraba
de correr de un lado para otro, siguiendo el lecho del riachuelo. De
repente, se encontró con el agua hasta la cadera: Habia encontrado la
fosa que Drescher había cavado. El agua se había infiltrado y la había
cubierto. Mientras Reid se ayudaba con la pala, Drescher desplegaba un
gran saco de plástico.
"Manten el saco abierto, mientras yo trato de meterlo dentro" le ordenó.
Cuando estaban ya casi a punto de conseguirlo y faltaba tan solo de
taparle la cabeza, St. Denis abrió los ojos y exclamó: "No hagáis eso,
me vais a asfixiar."
Reid no pudo contenerse y lanzó un grito de
terror. Se paró un instante volvió a mirar el cuerpo y grito de nuevo
aterrorizado y se perdió corriendo entre la maleza.
Drescher lo miro
alejarse y no se sorprendió demasiado ya que no esperaba otra cosa de
aquel pequeño bragazas. A él no le asustaba matar, había a prendido a
hacerlo en Vietnam. Termino pues de envolver a St. Denis en el saco de
plástico y lo estaba arrastrando solo hasta la fosa en medio de la
corriente del riachuelo, cuando apareció de nuevo Reid.
"Has hecho bien en volver" dijo Drescher con voz firme y amenazante. "Arrimate aquí y ayudame a terminar con esto"
Reid circunvaló el cuerpo cubierto de plástico y ayudo a su compañero a
meter a St. Denis en la fosa. Este estaba todavía vivo cuando le
arrojaron las primeras paletadas de fango.
Reid y Drescher llenaron
la fosa, Reid trabajada apresurado mientras que Drescher llevaba un
ritmo mucho mas pausado. Una vez que la fosa quedó cubierta, deshicieron
el dique que Drescher había construido.
¿Nunca jugabas a esto cuando eras pequeño? Preguntó Descher. "Yo hacia diques muy a menudo."
En menos de quince minutos, la corriente había cubierto por completo la
fosa de St. Denis y había borrado el menor rastro de suelo removido.
Los dos asesinos volvieron al Estudio del Artista. Drescher se puso al
volante de la ranchera de St. Denis y la llevó hasta Bridgeport, una
ciudad pequeña del otro lado del Rio Ohio. Reid lo seguía en su
camioneta. Una vez allí se fue hasta la casa de Big John, un amigo de St.
Denis, y traficante de marihuana. Se cuidó mucho de borrar todas las
posibles huellas digitales, se puso al volante de su camioneta y ambos
se volvieron al Estudio del Artista. Cuando pasaban por el puente sobre
el rio Ohio, tiraron por la ventana la pistola 22 que habían usado
para el homicidio.
El cielo empezaba a ponerse violeta por el este
cuando Dan Reid entraba en la habitación donde Brenda dormía
apaciblemente con sus hijos. Era la primera vez que venia a visitarla
desde hacia meses. Brenda se despertó y encendió la luz. Dan estaba
empapado en sudor y lodo. Su piel era tan blanca como el tofu y mostraba
profundos círculos negros bajo sus ojos.
"¿Que ha pasado? ¿Porque vuelves solo?" Preguntó Brenda.
Reid no dijo nada. Sin molestarse tan siquiera en desnudarse, se tumbo
en el lecho, tomo a su mujer en su brazos, la apretó estrechamente y
paso mucho tiempo antes de que se marchara.
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"To do things hastily and incorrectly is not good. Anything valuable takes a little time to come into existence. Therefore there is no harm in waiting for the best thing. But everything is well that ends well: That should be the principle."
Prabhupada Letters :: 1969.
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"Hacer las cosas de afán y mal no es bueno. Algo valioso toma un poco de tiempo para llegar a existir. Por lo tanto no hay daño en esperar lo mejor. Pero si algo va bien termina bien. Ese debe ser el principio".
Cartas de Prabhupada :: 1969.