Hridayananda y sus Perros



(En notas recientes hemos hablado sobre los desvíos de las instrucciones de Srila Prabhupada, las cuales han ido transformando a su Movimiento para alejarlo del sentido original que tenía. En la nota anterior, Los Perros de Hridayananda, se hace referencia a un artículo que apareció en el Sampradaya Sun, intitulado Hridayananda and His Dogs (Hridayananda y sus Perros), que habla de ese intento por transformar a Iskcon conforme a una visión supuestamente m+as ilustrada y progresiva. Para lograr esto, sus promotores --encabezados por Hridayananda das-- buscan desacreditar a Srila Prabhupada. Aquí presentamos el artículo original, para que ustedes formen sus propias conclusiones. Fue publicado el 7 de marzo, en California. La traducción es cortesía de Aniruddha Prabhu.)

por George Smith
[George Smith es un seudónimo. George fue iniciado por Srila Prabhupada en 1971. A.d.]

“Al contradecir los principios de la psicología y la sociología modernas, los cuales han sido demostrados científicamente fuera de toda duda, Srila Prabhupada se excedió en el ejercicio de su autoridad”.
--Hridayananda

Hace poco más de treinta años, Hridayananda y otros 10 acharyas zonales saltaron de gozo con ocasión de la desaparición de Srila Prabhupada, imaginándose que finalmente se habían librado de la autoridad que él ejercía sobre ellos y sobre la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna. Sin embargo, transcurridos poco más de treinta años, Srila Prabhupada todavía es el líder del movimiento para la conciencia de Krishna, y en sus libros continúa diciéndonos cómo proceder. Por tal razón, ustedes no pueden imaginar la frustración que sienten los mentados.

Hace poco más de treinta años ellos olvidaron de golpe el detalle más importante, vani y vapu. Pasaron por alto que antes de matar a un gran hombre, primero tienes que matar su nombre.

Así que más de treinta años después ellos todavía quieren deshacerse de Srila Prabhupada, todavía quieren deshacerse de él editando sus libros y sacándolo de ellos. Todavía están tratando de matar su nombre.

En la cita de Hridayananda referida arriba, entresacada de una de sus clases recientes, podemos notar claramente este intento de desbancar a Srila Prabhupada con la zancadilla de poner en tela de duda su educación; con el ultraje de afirmar tácitamente que era un ignorante; con la afrenta de insinuar de que Srila Prabhupada desconocía los temas que abordaba en sus libros, pero que aún así continuó hablando, lo cual es sintomático del peor tipo de ignorancia.

Hridayananda siempre se ha imaginado que es muy astuto, muy inteligente, y cree que se figurado la solución perfecta para resolver este particular dilema que enfrenta la crema de ISKCON. Esta solución consiste en dividir a Srila Prabhupada: por una parte hay un Srila Prabhupada que, cuando habla de Krishna, siempre es certero. El otro Srila Prabhupada es un hombre común y corriente, alguien que habla impelido por la ignorancia y hace muchas afirmaciones, pero en realidad no dominaba el tema; no sabía de lo que estaba hablando. Al hacer esta división, tanto Hridayananda como ISKCON pueden revisar los libros de Srila Prabhupada y con un cortaplumas pueden cortar, tachar, cada vez que el viejo provinciano abrió de más la boca. Lo único que tienen que hacer es retener las afirmaciones que Srila Prabhupada hizo en relación con Krishna. Pero Infortunadamente para Hridayananda, este truquito socarrón no funcionará porque:

“Yo no escribí estos libros. Krishna los escribió”

Según la lógica de Hridayananda, las declaraciones que hizo Srila Prabhupada sobre Sri Krishna son la autoridad suprema y fuera de toda duda. No obstante, declaraciones suyas que contradicen los principios de la ciencia y psicología modernas, pueden ser descartadas con propiedad por ser pura monserga disparatada de un anciano sin educación, de alguien que no sabía qué hablaba de la ciencia contemporánea.

El problema para Hridayananda y para toda la camarilla de ISKCON que ha adoptado esta táctica, es que si las declaraciones de Srila Prabhupada sobre Krishna son supremamente autoritativas y fuera de toda duda, tal como aseguran, entonces la anterior declaración y muchas otras semejantes, tienen que ser aceptadas como absolutamente ciertas. Krishna, y no Srila Prabhupada, es el autor de los libros cuyas páginas están arrancando para reemplazarlas con sus garabatos presuntuosos.

El discípulo que se topa con declaraciones de Srila Prabhupada como ésta, en la asegura que Krishna es el autor de sus libros, obviamente tiene el mismo abanico de elecciones que disponen Hridayananda y sus amigos más recientes, los discípulos de Charles Darwin y Sigmund Freud, los psicólogos de la actualidad, luego de que las hayan leído para propósitos de análisis.

Dicho discípulo puede aceptarlas literalmente y después elegir si las mismas son ciertas o no apoyándose en sus propias creencias, prejuicios o nivel de conocimientos, reales o imaginarios. Él también puede optar por obviarlas o posponer la emisión de un juicio para una fecha posterior, cuando se sienta más inspirado, más informado. O él puede entrar de lleno a interpretar tales declaraciones.

Declaraciones como la anotada, por ejemplo, pueden ser interpretadas como hipérbolas u otras figuras retóricas en la manera de hablar. Ramesvara lo hizo en una ocasión. Él trató de explicar qué es lo que Srila Prabhupada trató de decir cuando dijo a un grupo de invitados que había visto a Krishna. Ramesvara dio esta explicación en el momento que Srila Prabhupada estaba personalmente presente en el mismo cuarto. Srila Prabhupada alcanzó a oír la explicación que ofreció Ramesvara, e inmediatamente lo corrigió delante de los invitados aclarándole: “No. Yo veo a Krishna”. Srila Prabhupada se lo dijo a él, se lo dijo a los invitados, nos lo dijo a nosotros y se lo dijo a los amigos más recientes de Hridayananda —los psicólogos científicos modernos—. Srila Prabhupada dijo que ve a Dios y que Dios hasta lo está controlando, tomándole la mano a la hora de escribir sus libros, moviendo sus pies, haciéndolo danzar.

Evidentemente interpretar y decir que las afirmaciones que Srila Prabhupada hizo sobre Krishna no son literales, no es una opción. Por consiguiente uno obligadamente tiene que admitir o que estaba mintiendo, o que estaba diciendo la verdad cuando aseveró que veía a Dios, que Dios escribía sus libros, que Dios hacía que sus pies se movieran, que lo hacía danzar.

Los amigos más recientes de Hridayananda, las autoridades que él quiere instalar en el movimiento Hare Krishna para despojar a Srila Prabhupada de la autoridad que tiene sobre nosotros (y sobre él), repito, disponen de las mismas opciones que nosotros. Por lo tanto, la única conclusión a la que pueden arribar es que Srila Prabhupada o estaba mintiendo, o estaba loco.

La psicología moderna, desconociendo y renegando sus humildes orígenes, y que ha sido pregonada filosóficamente en un mundo que acepta la afirmación de Locke de que Dios es incognoscible por definición, sólo puede aceptar como veraz la afirmación que hizo Srila Prabhupada desde el punto de vista de que, sí, él puede que haya tenido una visión de Krishna, pero la causa de esa visión únicamente estaba en el interior de su cabeza.

En relación con la ciencia de la psicología y su tema principal de estudio —el cerebro humano—, hace varios años el Dr. Carl Sagan formuló muy elegantemente en su libro Dragones del edén (“Dragons of Eden”) la posición material fundamentalista de la misma. Esta posición, aceptada por la mayoría de los psicólogos como un hecho demostrado científicamente fuera de toda, dice que la totalidad del cerebro puede ser entendida en términos de química molecular. Y de ese modo ellos pueden aceptar que si bien Srila Prabhupada efectivamente pudo haber tenido una vivencia que lo hizo creer que estaba viendo a Dios, lo cierto es que a lo largo de los siglos muchos hombres (y mujeres) han tenido vivencias similares que ellos/as llaman visitaciones de Dios, de ángeles o de seres alienígenas. No obstante, según los amigos más recientes de Hridayananda, todas estas autoridades supremas de la Ciencia y la Psicología, todos estas personas —Jesús, Mahoma, Srila Prabhupada—, simplemente estaban alucinando. Y si sus alucinaciones los estaban guiando, impeliendo a que escribieran libros, a que moviesen sus pies, a que danzaran, repito, a los ojos de los nuevos amigos de Hridayananda que él está trayendo para ayudarnos a tener una “mejor comprensión”, Jesús, Mahoma, Srila Prabhupada y hasta el Señor Chaitanya, eran meros psicópatas.

La gente en general, y no sólo los devotos, se sienten intimidados cuando personas se dejan venir hablando ciencia. Como un subproducto de nuestro condicionamiento, en Occidente se nos ha enseñado a reverenciar la ciencia y no a Dios como autoridad máxima. Así que cuando la ciencia habla, sus conclusiones no son objeto de apelaciones. Adicionalmente, la mayoría de las personas no tienen la fortuna que ha tenido Hridayananda de poder pagar centenares de miles de dólares para ir a la universidad y procurarse una tremenda educación. Por consiguiente, ellas están temerosas de lucir como unos perfectos estúpidos o ignorantes, o de ser ridiculizadas u objeto de risas si abren la boca para objetar las aseveraciones que hacen individuos como Hridayananda y sus amigos más recientes. Y en casos de personas que tienen o creen que de verdad han tenido vivencias de lo divino, también tienen temor de abrir la boca para narrar sus experiencias, so pena de ser tildados de locos.

Por mucho tiempo tanto los dirigentes ISKCON como Hridayananda se han dedicado a satanizar devotos a fin de despojarlos de sus servicios, de deshacerse de ellos, etc., pero hubo un devoto contra quien no pudieron emplear esta táctica. Ese devoto era, por supuesto, Srila Prabhupada, que dicho sea de paso inmediatamente los hubiera expulsado del movimiento de haber tratado ellos de emplearla contra él. Así que los susodichos tuvieron que ingeniarse otro medio para deshacerse de Srila Prabhupada, toda vez que ocurrencias tales como la muerte no fueron efectivas para lograrlo.

En ninguna parte del cosmos del vaishnavismo gaudiya o incluso del cúmulo de literatura védica, pudieron encontrar algo que les sirviera de asidero para consumar su objetivo de anular la autoridad que Srila Prabhupada tiene sobre ellos. Ellos tuvieron que figurarse otro medio para deshacerse de él. Tuvieron que pensar con detenimiento. “¿Qué es lo que la gente venera incluso por encima de Dios?” Poco a poco la respuesta fue revelándose en sus primitivas cortezas cerebrales. ¡La Ciencia! Así que se decidió que enviarían a los mejores entre ellos, a los que tenían las mentes más brillantes, de vuelta a sus raíces, de regreso a los lugares que otrora habían dejado, de vuelta a la civilización demoníaca del Occidente para aprender de sus presentes panditas la única disciplina que podrían usar para reducir a Srila Prabhupada al rango de una simple mascota, y despojarle simultáneamente su calidad de autoridad suprema de todos los devotos. Sí, ¡la Ciencia!

Pero examinemos esta ciencia que Hridayananda nos ha traído; examinemos la visión de la psicología contemporánea que según Hridayananda, Srila Prabhupada ignoraba por completo. ¿Cuán inexpugnable es esta psicología, cuán asentada está en hechos científicamente demostrados? Miremos de cerca esta estructura megalítica que Hridayananda nos presenta y asume que nosotros, pobres primitivos, solamente podemos rascarnos la cabeza mientras esperamos con expectación que nos tire un hueso. Así mismo, determinemos cuánto realmente Srila Prabhupada ignoraba de psicología moderna, tal como Hridayananda asegura. Primero estudiemos sus orígenes, los cuales, según inferimos de la presentación de Hridayananda, están completamente libres de todo aquello que se asemeje a las cosas que éste se mofa tan despectivamente; completamente libres la postura mágica de la realidad.

“Spare remitió una copia de El libro del placer a Sigmund Freud, que lo describió como una de las revelaciones más significativas que han surgido en los tiempos modernos de los mecanismos subconscientes”.
--Kenneth Grant, O.T.O.
[O.T.O. es la sigla en inglés de Order of Oriental Templars]

Si bien Kenneth Grant no es precisamente alguien considerado un científico por la comunidad científica, Jack Parsons, el fundador de J.P.L (Laboratorio de Aviones de Propulsión a Chorro) y uno de sus colegas y compañero de trabajo en la disciplina hermética [Def.:relacionada con la ciencias ocultas] que profesa, definitivamente lo es. Con todo, Grant llegó a conocer tan bien a la persona de la que habla, que hasta escribió varios libros sobre él. De lo que podemos estar plenamente seguros es que el padre de la psicología moderna tenía un concepto muy elogioso de Spare. Freud no sólo consideró a Spare el más importante revelacionista de los tiempos modernos de mecanismos inconscientes, sino que además Spare hasta le impartió conocimientos y lo familiarizó con la contribución más relevante que éste legó a la psicología contemporánea. Pero, ¿quién era en realidad este personaje Spare?, y más importante aún, ¿a qué se dedicó?, ¿cuáles son sus méritos?, y, ¿qué clase de científico fue?

“Aunque Spare no tuvo un maestro específico en el arte que se desenvolvía, sí tuvo un maestro —quizás gurú sería un término más apropiado— en un sentido ´mágico´. En sus años de mayores hallazgos, circunstancias lo llevaron a procurarse la compañía de una bruja confesa, una misteriosa señora Paterson, que trabó amistad con él y lo inició en los misterios de su oficio. Inicialmente Spare fue extremadamente receloso de la señora Paterson. Todo lo que puedo decir de él en estos ocho años de amistad, es que ella era muy anciana cuando lo conoció, y que ella afirmaba ser descendiente de una línea de brujas de Salem (Nueva Inglaterra) que Cotton Mather no pudo exterminar”.
--Kenneth Grant

Spare no era un científico en absoluto. Pero esta persona a la que el fundador de la psicología moderna, Sigmund Freud, consideró uno de los mejores baluartes de la ciencia y psicología de la actualidad, era, en realidad, un brujo.

Sólo muy pocos psicólogos conocen la relación que entablaron Freud y Spare, así como la influencia que la brujería de Salem y la tradición mística judía ejercieron sobre el primero, el fundador de la ciencia psicológica moderna. Esta es una información que generalmente no se consigna en el apartado correspondiente a historia, de modo que la falta de familiaridad de Hridayananda al respecto quizás puede ser perdonada. Por otra parte, la afición a la astrología que tenía el cofundador de la ciencia psicológica contemporánea, Carl Jung, es notoria. Está comprobadamente incluida en la presentación histórica de la psicología, pero usualmente va acompañada de una mofa o risa disimulada de cuanto profesor con corbata de mariposa esté enseñando el curso.

“Mientras estudiaba astrología la apliqué en casos concretos en múltiples ocasiones”.
--C.K. Jung: Cartas Volumen 2, 1951-1961, páginas 463-464. Carta a Robert L. Kroon, 15 de noviembre de 1958.

Brujos y astrólogos.

Leones, tigres y osos. ¡Señor de las tres caídas!

Que Hridayananda ignora los orígenes de los cimientos de la ciudadela que es la moderna ciencia psicológica, y que tiene la misma actitud de desdén hacia estos nada ortodoxos comienzos, se hace evidente en el siguiente pasaje:

“…antes de esto los europeos vivían en un mundo que básicamente estaba cundido de duendes, espíritus y seres malvados (brujas), así como de gnomos que vivían debajo de puentes, … y era realmente este mundo tipo cuentos de hadas y lleno de supersticiones, lleno de temores irracionales y demás tonterías… parecido a lo que hacen ciertos sectores de ISKCON.”
--Hridayananda, Dallas, Texas, 10 de Julio de 2007.

“Ciertos sectores de ISKCON…”. Hmm, ¿a cuáles se está refiriendo?

Veamos. Hridayananda no cree en Brujas y probablemente tampoco en astrología, toda vez que sus nuevos amigos han demostrado fuera de toda duda que tal circunstancia es totalmente acientífica. Entonces, ¿qué sector de ISKCON está tan desconectado de la realidad que continúa creyendo en todas estas cosas ridículas (por lo menos, ridículas en opinión de Hridayanananda y de sus amigos más recientes)”.

Pero, ¡esperen un momento! Srila Prabhupada creía en Brujas, ¿no es cierto? Y también el Señor Krishna creía en ellas. Incluso el Bhagavatam y el Libro Krishna afirman que el Señor Krishna hasta llegó a matar a Bruja una particularmente malvada y repugnante: Putana, la perra.
Entonces el sector al que se está refiriendo Hridayananda de una manera tan despectiva y burlona, es precisamente el sector en que Srila Prabhupada, el Srimad-Bhagavatam, el Señor Krishna y yo estamos, y no al sector de ISKCON que Hridayananda pertenece.

¡Uf!, ¡qué alivio! Me asusté por unos momentos porque temí estar en el mismo el sector que Hridayananda está.

De modo que esta ciencia moderna de la psicología que Hridayananda nos trae, en realidad precia la Brujería, la magia y otras ciencias ocultas por las que Hridayananda siente un palpable desprecio. La ironía es que nosotros tenemos que asumir que Hridayananda sí sabe de qué está hablando, y por extensión, lo que ellos —los flamantes psicólogos contemporáneos—, están hablando, pero que al igual que él ignoran totalmente (hay unas excepciones) cuáles son los fundamentos de su fe y cuáles son los elementos que han contribuido a su desarrollo; lo que es más, que aún siguen contribuyendo a éste.

A mediados del siglo veinte se realizaron unos experimentos clínicos en los que se administraba a los pacientes un derivado de un extracto de hongo, derivado que hoy día muchos consideran ser el responsable del auge de brujas en Salem. El hongo, de nombre cornezuelo, crece en los granos de centeno, uno de los productos alimenticios básicos en la época colonial de los Estados Unidos. El derivado del cornezuelo es una droga a la que se le dio el nombre de LSD. El propósito de los experimentos era determinar si la droga se podría usar o no para lograr lo que la psicología no había conseguido a la sazón: liberar a las personas que padecían los efectos de una marca, de lo que los vaisnavas llamamos samskaras o “impresiones”. Experimentos precursores probaron clínicamente que la droga tenía el potencial de borrar o deshacer una marca.

En el curso de los experimentos de los cincuenta hubo un acontecimiento inesperado. Los conejillos de los experimentos comenzaron a tener alucinaciones y evocar recuerdos de vidas pasadas. Personas que no eran franceses, que no hablaban francés y que nunca habían estado en Francia, comenzaron a narrar en francés episodios de vidas pasadas que vivieron en Francia. Y también cantaban canciones en francés. Por el estilo, personas que nunca habían aprendido a tocar piano comenzaron a alucinar y afirmar que una vida previa habían convivido con Mozart. También tocaron composiciones de Mozart en el piano. No sólo se cancelaron abruptamente los experimentos, sino que cualesquiera otras investigaciones afines fueron prohibidas y hasta penadas. Hoy día es un acto ilegal realizar experimentos de esta índole en todos los países del mundo.

Una de las preguntas que los investigadores se formularon durante el curso de la investigación fue: “¿Cuántas marcas tiene una persona?” Antes de los experimentos la psicología creía que estaba lidiando con las marcas o impresiones que un individuo en particular había adquirido en una sola vida, porque para ese entonces la psicología había desechado por completo la gran acogida que Freud dio a las aportaciones de Spare, y porque además nunca investigó las ideas de éste. De haberlo hecho hubiese reparado en lo que Freud consideró tan sobresaliente en los libros de Spare: una técnica de invocación mágica mediante la cual se puede acceder a vidas pasadas y a poderes que la persona tenía. En los experimentos con LSD la ciencia se topó con un fenómeno que ponía en tela de duda sus propios fundamentos, y sugería que la misma, tal como estaba expuesta, no tenía idea de lo que estaba hablando. Así mismo, el fenómeno sugería que en vez de ser una vivencia de una sola vida, el ser viviente es parte de un continuo en el que existe perennemente, yendo de un cuerpo a otro y llevando consigo los espíritus de los muertos [ancestros] y todo lo relacionado con ellos.

Incluso en el supuesto de que la ciencia hubiese admitido esta sugerencia, la inutilidad del intento de usar la droga LSD como medio para lograr la liberación se hubiese vuelto obvia, ya que la persona probablemente esté lidiando con millones de marcas o impresiones, y no sólo las que recibió en las primeras etapas de la presente vida. El LSD pudiera ser útil hasta cierto punto, pero esta poderosa droga que tenían entre manos era, en realidad, poquito más que una curita. Para conseguir que las personas verdaderamente lograran la liberación, neutralizasen sus incontables impresiones, se necesitaba de algo millones de veces más poderoso que el LSD. Las personas necesitaban la conciencia de Krishna. Lo que todo el mundo necesitaba era el Maha mantra: Hare Krishna Hare Krishna Krishna Krishna Hare Hare / Hare Rama Hare Rama Rama Rama Hare Hare. Ésta es realmente la conclusión de la ciencia moderna de la psicología; sin embargo, la mayoría de sus proponentes aún no lo saben. Por su parte, Srila Prabhupada estaba completamente familiarizado con esta conclusión.

Hridayananda e ISKCON nos han traído una ciencia que se niega a sí misma, una ciencia que es empleada de una clase dirigente que considera que todas las especies de vida carecen de alma, y que las valora únicamente en términos de pesos y céntimos; una ciencia que no es objetiva y tampoco es curiosa; una ciencia que sólo sirve el status quo: la demoníaca y atea civilización que es su amo. Hridayananda, en su insaciable y eterno apetito de complacer los sentidos, nos ha traído este perro de los ateos para arrancarnos la fe que tenemos en Srila Prabhupada.

--Hridayananda es mi guru.

El perro nos ha traído otro perro. Una persona que actúa con conciencia animal nos ha traído a otras que también actúan con conciencia animal, apoyándose en la teoría de que incluso el león más poderoso puede ser abatido si lo atacan muchos chacales.

--Sí, Hridayananda es un guru muy moderno.

Yo no soy un gran, portentoso devoto como Hridayananda. De hecho, no soy nada ni nadie; solamente soy alguien muy parecido a un perro viejo y bravo que cuida un depósito de chatarra, pero con quien Srila Prabhupada fue muy generoso, y que, en virtud de esa generosidad, lo ama al máximo de la capacidad que una criatura como yo puede desarrollar.

Así que se trata de un perro contra otros perros. Hridayananda, no podrás derribar a Srila Prabhupada en tanto yo esté en torno suyo.

¡Todas las glorias sean para Srila Prabhupada!

Hare Krishna.

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